Es la cuarta vez que participo en el Triduo Pascual de GS en Rímini, pero la primera que lo hago con el coro. Por la mañana se empieza muy temprano, el coro nunca duerme… ni siquiera en el autobús, también allí canta. El jueves por la tarde ya teníamos los primeros ensayos en el salón. El primer impacto visual fue impresionante: una sala enorme llena de sillas y el escenario preparado. A los pocos minutos llegó don José Medina, que desde hace tres años guía estos tres días, y nos hizo, a nosotros y al servicio de orden, una pregunta que nos ayudó mucho durante todo el triduo: «¿Qué utilidad tiene este servicio para ti?». La influencia de esta provocación se notó en nuestro modo de cantar: no era el mismo, aunque las canciones sí lo eran, y ya las habíamos ensayado muchas veces antes de venir. Se notaba también en la precisión con que el servicio de orden iba llenando la sala, en cada lección.
Al empezar el Triduo, cada uno encontró en su silla un nuevo libro de cantos y el clásico cuaderno de textos. Medina empezó leyendo una frase de Eliot: «Bestiales como siempre, carnales, buscándose a sí mismos como siempre, egoístas y torpes como siempre; y aun así siempre luchando, siempre reafirmando, siempre retomando su marcha en el camino que estaba iluminado por la luz; a menudo deteniéndose, vagabundeando, extraviándose, retrasándose, volviendo, pero jamás siguiendo otro camino». Así empezó la lección. Medina aclaró un punto para mí fundamental: el cumplimiento de mí se da ante Otro. Esto, junto a la pregunta que nos hizo antes de empezar, es lo que me ha acompañado durante todo el Triduo. Después de la lección del jueves por la noche, volvimos al hotel. En el autobús permanecimos en completo silencio, como nos había pedido don José. No era una silencio vacío, sino un silencio lleno de pensamientos y de atención.
El mismo silencio nos acompañó la mañana siguiente al volver al salón. Partiendo de Abrahán y llegando hasta el hombre moderno, Medina fue poniendo algunos ejemplos de cuál es la posición de quien acepta la correspondencia, y el cumplimiento, delante de Otro, y de quien no lo acepta. Al terminar la mañana los del coro no podían volver al hotel. Un almuerzo rápido, media hora de silencio y vuelta a los ensayos para los cantos del Via Crucis de esa tarde.
Llegamos a Santarcangelo antes que los demás para seguir ensayando. Luego empezó el Via Crucis, este año especialmente hermoso: recogimiento de la gente en torno al coro y a la cruz, las lecturas de Péguy que acompañaban las estaciones y que ayudaban a centrar la atención en el punto verdaderamente interesante: el acontecimiento que sucede y que el Evangelio describe.
Mientras tanto van llegando los post a #triduoGS, una página de Facebook que sigue la estela que comenzó en el Meeting 2013 y en muchos institutos. Este también es un modo de estar juntos y acompañarnos, aquí y allá, con los del norte y con los de las islas. Una riqueza extraordinaria de contenidos y de hechos fruto del trabajo sobre lo que Medina nos había dicho. Todo eso salió también a la luz en las asambleas por comunidades que se celebraron en los hoteles después de cenar, un momento por fin tranquilo también para el coro.
El sábado por la mañana tuvimos la asamblea con José Medina y Alberto Bonfanti. Don José respondió a las preguntas que había recibido de los grupos y después Alberto leyó el saludo que Carrón nos dirigía a cada uno de nosotros. El triduo terminó con el canto del Regina Coeli.
Al despedirnos, todos sentimos una cierta nostalgia, pero durante la vuelta puedo decir que también teníamos la convicción de que ante nosotros se abre un camino de trabajo que nos hará, paso a paso, un poco más felices y con más certeza. Para no perder la costumbre, también volvimos cantando en el autobús.
Jacobo, Milán
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