Estudiamos en clase de 2º los aspectos de la personalidad de Cristo que se presentaron como excepcionales a los ojos de sus discípulos. Lanzo una pregunta: «El texto de clase dice que también se presentan como excepcional a nuestros ojos. ¿Cómo sucede esto para vosotros?». En clase nadie responde y termina la clase.
En el recreo me encuentro a Daniel. Es nuevo este año en el instituto. «He pensado en la pregunta que nos hizo en clase», me dice. «Cuando estudiamos que Él nos conoce y comprende, para mí eso sucede en clase, porque al salir de clase ahora me siento realmente comprendido en muchas cosas en las que antes decía “nadie me comprende”, y eso es excepcional, ¿no?». «Entonces, Daniel, ¿qué, o mejor, quién nos sucede en clase?», le pregunto. Intenta una respuesta: «Pues será lo mismo, será Jesús, ¿no?». «Daniel, haz tú las cuentas, que ya eres mayorcito».
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