¿Qué puede vencer el miedo a «volver a casa más triste e insegura»? Entre encuentros, excursiones y amigos, el descubrimiento de que la grandeza de cada día «no está en lo que hacemos, sino en lo que deseamos». También al volver a casa
Las vacaciones de GS de este año han sido totalmente diferentes a lo que yo esperaba. Ya en el momento en que subí al autobús iba llena de expectativas, sobre todo por cómo habían sido las vacaciones del año pasado. El primer día fue de juegos: muy divertidos, sí, pero no estaba satisfecha, me parecía que estaba pasando unos días normalísimos con mis amigos, de ésos que pasan sin dejar huella.
Esa noche Mariella Carlotti presentó La anunciación a María. Su testimonio fue la gota que colmó el vaso. Mientras describía a los personajes del libro, yo sólo me fijaba en los aspectos negativos. Me impresionó sobre todo cuando hablaba de la realidad: normalmente pensamos que no corresponde a todo nuestro deseo, precisamente eso era lo que yo estaba pensando entonces, lo que me hacía estar desplazada, triste y sola.
La mañana siguiente, cuando me desperté, sentí miedo de que esas vacaciones no cambiaran nada en mí y de volver a casa más triste e insegura de lo que había salido. Cada segundo de la jornada pensaba en esto, tanto que por la tarde, en la asamblea, les conté a todos lo que me estaba pasando. Pensaba que lo que estaba diciendo era una gran “equivocación mía”, sin embargo para mi sorpresa algunas personas intentaron responder a mi pregunta. Entre ellas, Cristina, que me la devolvió, diciéndome: «Pero si tú tienes miedo porque has encontrado algo bello, ¿entonces qué fue lo que viste el año pasado?». No sabía qué responder, pero en cierto sentido me sentí más aliviada.
El día después fuimos de excursión al refugio de Segantini y, nada más llegar, don Giorgio nos dijo: «Intentemos estar en silencio delante de la belleza de estas montañas». Me sentí pequeñísima delante de la imponencia de aquellas cimas. Estaba yo y nada más, con mi inquietud y la pregunta de Cristina, que no conseguía quitarme de la cabeza. ¿Pero qué es lo que yo he encontrado y por qué me siento nada delante de un espectáculo como éste?
Por la noche sucedió algo inesperado. Al terminar la cena, se me acercó una chica, Miriam, que me dio las gracias por mi intervención y me contó cómo había pasado ella el día y cómo se había sentido abrazada totalmente. Le conté cómo me había sentido yo y me conmoví cuando, con una sencillez desarmante, me dijo: «Sí, tú te sientes pequeña delante de esas montañas, pero piensa que han sido hechas sólo para ti». A partir de ahí, la velada cambió: el teatro, las estrellas, los cantos alpinos, en cada cosa había algo que me tocaba porque era para mí.
Al acabar las vacaciones ha salido todo lo que estos días han supuesto para mí. Estaba hablando con una amiga que me decía: «Lo importante de estos días no está sólo en lo que hemos hecho, sino en lo que hemos deseado». Respondí: «Entonces, yo he deseado muchísimo». Lo único que quiero es desear siempre así, también ahora que estoy de vuelta en casa.
Roberta
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