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CARTAS

Comparando la educación que recibo con lo que realmente deseo

Guillermo Alfaro, Madrid
08/03/2010

Segundo de bachillerato: el tiempo y el esfuerzo que hay que dedicar al estudio es cada vez mayor. La presión crece cada día que pasa. Sin embargo, lo que ha caracterizado este trimestre no ha sido tanto este estrés ‘in crescendo’ como la respuesta a una provocación. Una provocación a ir al fondo de las cosas. Una provocación a ser nosotros mismos, en definitiva.
Ciertamente no es automático, por lo menos para un adolescente ‘hormonado hasta las orejas’, reconocer el valor de no tener relaciones hasta el matrimonio. Pero el trabajo de comparar la educación que recibo con lo que realmente deseo al mirar a una chica (trabajo que hay que hacer cada día, cada vez que la miras) no sólo me ha otorgado una seguridad de que estoy en la verdad frente a la presión de la sociedad, sino que me ha hecho crecer como persona.
Hay otra consecuencia que me gustaría poner de relieve. Mientras todos hablamos de fútbol o de cualquier otra cosa que no tiene que ver con nosotros, todos somos amigos. Pero cuando uno habla con la gente de algo más profundo y la gente tiene que posicionarse, la cosa cambia. Porque la verdad divide. Pero, sin embargo, aunque no han faltado los momentos de tensión achacables a las diferencias ideológicas esto ha sido una ocasión para crecer entre nosotros.

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