Va al contenido

NOTICIAS

Garissa, un año después

Andrea Avveduto
01/04/2016
Monseñor Joseph Alessandro, obispo de Garissa.
Monseñor Joseph Alessandro, obispo de Garissa.

«Gracias al cielo siempre me ha sostenido la comunidad local, tengo la compañía de mis hermanos cristianos a mi lado. Realmente son una ayuda muy valiosa, no sé qué haría sin ellos». Se cumple un año de aquel Jueves Santo, 2 de abril, cuando un grupo de terroristas de Al-Shabaab irrumpió en aquel colegio universitario. Pidieron a cada estudiante recitar un versículo del Corán. Los que no respondían, es decir los cristianos, morían. Ciento cincuenta muertos, 79 heridos. Monseñor Joseph Alessandro, obispo de Garissa, capuchino, nacido en 1949, vuelve hoy con el recuerdo a aquel momento y describe la lenta "vuelta a la normalidad" en su diócesis.

Excelencia, ¿qué ha cambiado en su diócesis desde el 2 de abril de 2015?
Muchas cosas. La universidad y las altas estructuras educativas, como el colegio de enfermeros o la escuela técnica, estuvieron mucho tiempo cerradas. La universidad no volvió a abrir hasta el 4 de enero. Pero son pocos los que realmente han retomado su actividad universitaria, la gran mayoría de los alumnos son ahora musulmanes somalíes. Los cristianos son cinco en total. Todos han preferido buscarse un trabajo y solo van a la universidad para hacer los exámenes. No ha habido una gran vuelta a la normalidad. Los estudiantes tienen miedo y muchos están esperando al próximo curso académico, que empezará en septiembre, para volver a empezar.

Después del atentado, ¿han cambiado las relaciones entre cristianos y musulmanes?
Antes las relaciones entre cristianos y musulmanes eran muy buenas. Después se ha insinuado una cierta desconfianza. Pero también hay que decir que muchos musulmanes se han mostrado disponibles para ayudar al gobierno en la lucha contra el terrorismo. Hace unos meses, en Mandera, cuando los terroristas detuvieron un autobús y quisieron separar a los cristianos y a los musulmanes, fueron precisamente estos últimos los que salieron en defensa de los cristianos y dijeron a los terroristas: «O les salváis también a ellos o nos matáis a todos».

¿Y después de aquello?
En los días siguientes organizamos una rueda de prensa cerca de la iglesia e invitamos a muchísima gente. Teníamos el deseo de reconocer el valiente gesto realizado por esos musulmanes, que no dudaron en dar la vida por sus hermanos cristianos. Fue una ocasión muy importante para reafirmar que la religión no debe dividir sino que, de hecho, existe también para ayudarnos a vivir en paz y tranquilidad entre nosotros. Por eso preparamos hace un par de años un proyecto que pone en el centro el diálogo entre cristianos y musulmanes, y de vez en cuando organizamos encuentros todos juntos. Estamos llamados a vivir juntos y debemos trabajar por ello: por nosotros y por el bien del país. Debo añadir otra cosa importante: la visita del Papa a África en noviembre mejoró mucho las relaciones entre cristianos y musulmanes.

¿Cómo viven los cristianos de Garissa?
Entre las familias todavía hay un poco de miedo. El número de los que vienen regularmente a la iglesia ha bajado, lamentablemente, algunos incluso han huido del país (aunque estamos asistiendo a un retorno progresivo) y otros tienen miedo a ir a misa y sufrir un ataque. Pero a estas notas negativas hay que añadir que la seguridad ha aumentado mucho. En Mandera, la ciudad donde se produjo el último atentado, la iglesia estaba llena cuando fui a administrar la ceniza el primer día de la Cuaresma.

¿Qué hace posible el diálogo entre cristianos y musulmanes después de un hecho como el atentado del año pasado?
Es necesario partir de ciertos valores "humanos", que son también valores evangélicos. Ante todo, el valor de la vida, y luego el respeto, el perdón, la solidaridad. Debemos empezar por estos, que son valores aceptados por todos. En los encuentros que celebramos hablamos de cómo podemos ayudar a nuestra gente a progresar en este sentido. Entonces se hace evidente que el diálogo es posible, porque sobre el bien común todos estamos de acuerdo, al menos como ímpetu. Luego, con el tiempo, cuando se genera una amistad, una confianza recíproca, entonces también la paz se hace más concreta.

Y su vida, su fe, ¿cómo han cambiado durante este año?
Cada día siento más necesidad de dar testimonio con mi presencia. Por esta razón fui a Mandera y voy allí donde la gente me llama. Ver a los cristianos en la iglesia, ver cómo arriesgan su vida por ir a misa, me da también valor a mí para hacer mi tarea. Así que durante este año he estado más presente con la gente, me he hecho más amigo de los musulmanes. Y confío, siempre. En la Providencia y en la certeza de Dios.

Otras noticias

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página