Casi un mes después del secuestro de más de 200 estudiantes nigerianas por parte de Boko Haram, otras 11 chicas de entre 12 y 15 años fueron capturadas en la zona de Gwoza, en la frontera con Camerún. Su destino más probable será el de ser vendidas por unas decenas de dólares para convertirlas después en esclavas y desposarlas con hombres mayores. El presidente nigeriano Goodluck Jonathan está siendo objeto de numerosas acusaciones porque su gobierno en un principio ignoró y por tanto infravaloró el secuestro de estas chicas, que ahora ocupan el centro de una campaña mediática que pide su vuelta a casa. Hablamos con el arzobispo de Jos, Ignatius Kaigama.
¿Por qué motivo la estrategia de Boko Haram ha pasado de los atentados al secuestro de jóvenes estudiantes?
Boko Haram tiene numerosas estrategias y el secuestro de estas jóvenes es una de las más crueles. Uno de los objetivos del grupo terrorista es demostrar que la educación occidental no tiene ningún valor y además el significado del término Boko Haram en lengua hausa es “La educación occidental es un sacrilegio”. Estas nuevas acciones se insertan por tanto en el programa de este movimiento fundamentalista.
Hace unos días cayó una nueva bomba en la capital, Abuya. ¿Qué está pasando en Nigeria?
Los últimos atentados han sido impresionantes, y los nigerianos están muy preocupados ante el desarrollo de la situación. El gobierno y la policía habían asegurado que tenían la situación bajo control, pero cada día asistimos a nuevas acciones por parte de Boko Haram. Si el atentado se hubiera producido en las periferias de la ciudad o en uno de los muchos pueblos, podríamos comprender que el gobierno no habría podido prevenirlo. Pero los fundamentalistas han golpeado el centro de la capital, donde están los cuarteles generales del ejército y de la policía.
En el caso de las jóvenes secuestradas, ¿también cree que el gobierno no ha estado a la altura?
El gobierno ha declarado que su primer objetivo es derrotar a Boko Haram y para ello ha invertido grandes recursos. Numerosos militares y agentes de policía combaten al grupo terrorista en cuanto detectan que está provocando homicidios y destrucción. Boko Haram está desafiando al presidente para mostrar que sus esfuerzos no bastan para defender al país. Los terroristas parecen tener cada día más éxito, aunque el gobierno está poniendo todo su empeño y buena voluntad para derrotarlos.
¿De qué modo se puede derrotar a Boko Haram?
No debemos pensar en que lo que está sucediendo en Nigeria como una guerra entre Boko Haram y las fuerzas del orden. Boko Haram es un movimiento sin rostro, nadie puede decir quiénes son de verdad. Sus miembros pueden disfrazarse de gente común y por tanto atacar de improviso. Lo cual hace mucho más difícil la lucha contra este grupo terrorista. Son muy hábiles a la hora de mezclarse entre la comunidad civil y disfrutan del sostenimiento y la simpatía de personalidades muy cercanas al presidente, militares y funcionarios.
¿Cómo es posible que el odio haya arraigando tan profundamente en este sector de la sociedad nigeriana?
Como ha declarado el propio presidente Jonathan Goodluck, hay presencia de líderes de Boko Haram en las instituciones. No hay dudas sobre el hecho de que el nivel de éxito de Boko Haram está estrechamente ligado a sus defensores desde varios organismos nacionales. De otro modo no se explica cómo los terroristas pueden atacar el cuartel general de la policía en Abuya, en un área tan cercana al palacio presidencial. Sospecho por tanto que los terroristas gozan de la colaboración de figuras situadas dentro de las instituciones, que les proporcionan informaciones y que son sus grandes simpatizantes.
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