Había prometido intentarlo, y allí estuvo. Lo hizo con una llamada el sábado por la noche, antes de empezar la peregrinación: «Cuando encontramos al Señor, Él nos sorprende. El Señor podría llamarse el Señor de las sorpresas. Estad abiertos a las sorpresas de Dios»
La transcripción de la conversación:
Mons. Vecerrica: ¿Hola?
Santo Padre Francisco: Hola, ¿qué tal está, bien?
Mons. Vecerrica: Santo Padre: (lo que oye) es el aplauso de los fieles, de los jóvenes, de los obispos, de las autoridades; son miles de jóvenes, Santo Padre.
Santo Padre Francisco: Muchas gracias.
Mons. Vecerrica: Ahora hagamos silencio y escuchemos Su voz.
Santo Padre Francisco:
Queridos jóvenes amigos, buenas noches.
Sé que sois muchos en el estadio de Macerata, decenas de miles, llegados desde todas partes de Italia e incluso del extranjero para esta XXXV Peregrinación a pie de Loreto, una propuesta de Comunión y Liberación para todos vosotros. Os saludo uno a uno, y en particular saludo a Su Em. el Card. Marc Ouellet, que dentro de poco celebrará la Santa Misa. Aprovecho también la ocasión para felicitarle por su cumpleaños, ¡porque hoy es su cumpleaños! Saludo también a los obispos de las Marcas.
Sé que caminaréis 28 kilómetros durante toda la noche, rezando el Santo Rosario, cantando juntos, guiados. Eso es precioso, porque es el paradigma de la vida. Toda la vida es una peregrinación. Lo importante es el encuentro con Jesús en este camino de la vida, el encuentro con Él, eso es lo que da la fe, porque es Él quien la da. Dejaos guiar por Jesús, ¡dejaos guiar por Jesús! Muchas veces, también para nosotros la fe es un presupuesto obvio a la hora de vivir: decimos “creo en Dios” – y está bien –, ¿pero cómo vives eso en el camino de la vida? Es necesario que la fe se convierta en una experiencia presente.
Cuando nos encontramos, cuando encontramos al Señor, Él nos sorprende. El Señor podría llamarse el Señor de las sorpresas. Estad abiertos a las sorpresas de Dios. Para vosotros, también la peregrinación de esta noche, que aumenta cada año, es una sorpresa, es el signo de que nada es imposible para Dios. ¿Cómo explicar si no que de los 300 que eráis en 1978 llegaráis el año pasado a ser 90.000? Todos vosotros podéis también apoyaros en Jesús, en esta presencia tan fascinante y atrayente. Cuando os sintáis cansados, cuando os surja la tentación de caminar por vuestra cuenta, pensad en esto: repetid vuestro sí, rezad para que cada uno de vosotros pueda reconocer en su carne herida, en el cuerpo y en el espíritu, la propia humanidad necesitada de la humanidad de Cristo, la única que puede saciar verdaderamente el deseo del hombre.
El tema que habéis elegido para esta noche se refiere a esto. Caminad hacia adelante con esperanza, queridos jóvenes, ¡caminad hacia adelante con esperanza! Y por favor: no os dejéis robar la esperanza; es el Señor quien la da. Buena misa, buena peregrinación y que el Señor os bendiga. ¡Rezad por mí!
Mons. Vecerrica: Gracias, Santo Padre, bendíganos; (lo que oye) ahora es el aplauso de todos. Estamos conmovidos y esperamos Su bendición.
Santo Padre Francisco: La bendición. Os bendiga Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Mons. Vecerrica: Gracias, Santo Padre, Su ternura nos conmueve, rezaremos por Usted toda la noche.
Santo Padre Francisco: ¡Lo necesito! ¡Un abrazo a todos! Y felicitad al Card. Ouellet.
Mons. Vecerrica: ¿Cómo ha dicho, Santo Padre?
Santo Padre Francisco: Que felicitéis al Card. Ouellet.
Mons. Vecerrica: Felicitaremos a nuestro Cardenal, que nos guía. Pero cuánto quiere a sus cardenales, Santo Padre.
Santo Padre Francisco: No, pobrecillo, le hago trabajar hoy.
Mons. Vecerrica: Santo Padre, quién sabe si algún año no podrá venir también Usted a celebrar la Santa Misa.
Santo Padre Francisco: ¡Nada es imposible para Dios! ¡Adelante! ¡Un abrazo a todos! Buenas noches, y buena peregrinación.
Mons. Vecerrica: Gracias, gracias Santo Padre. Buenas noches, un abrazo.
Santo Padre Francisco: Buenas noche, y rezad por mí.
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