El pasado jueves, fue asesinado el obispo Luigi Padovese, vicario apostólico en Anatolia (Turquía). Publicamos algunos fragmentos de su intervención el pasado mes de octubre en la Segunda Asamblea Eclesial del Patriarcado de Venecia, que se puede leer íntegra en Oasis.
En los últimos tiempos, la trágica muerte del sacerdote Andrea Santoro, la del periodista armenio Hrant Dink, la de tres misioneros protestantes y otros episodios recogidos por la prensa local e internacional, han dado a conocer la situación que vive el cristianismo en Turquía, que reclama su derecho de ciudadanía para salir del anonimato al que ha sido relegado.
(…) No podemos olvidar lo difícil que puede ser recorrer este camino. Así lo confirman las numerosas dificultades que los propios obispos tenemos que afrontar. Pienso especialmente en la imposibilidad de formar a sacerdotes turcos que garanticen un futuro a la Iglesia por la prohibición de abrir seminarios. Y, si bien los cristianos latinos podemos sobrevivir en Turquía gracias a sacerdotes extranjeros que vienen aquí, la situación es más grave para las iglesias étnicas reconocidas por el Estado, cuyos obispos deben ser ciudadanos turcos. Pero si no pueden abrir seminarios, ¿qué futuro les espera fuera de una lenta y progresiva extinción?
(…) Si, como viene sucediendo en las últimas décadas, aceptamos no aparecer como cristianos, quedándonos en una presencia insignificante para el tejido del país, no hay problema, pero nos estamos dando cuenta de que, como sucede en Palestina, el Líbano y sobre todo en Iraq, éste es un camino sin retorno que no hace justicia a la historia cristiana de estos países, en los que el cristianismo nació y floreció, ni a los miles de mártires que han dejado en estas tierras su testimonio y su sangre.
Hace unas semanas tuvimos el primer encuentro de preparación del próximo Sínodo de las Iglesias Orientales, que tendrá lugar en Roma el próximo mes de octubre de 2010. A través de las voces de varios patriarcas, hemos podido escuchar las dificultades que viven los cristianos de Egipto, Palestina, Israel, Irán, Iraq y Turquía. Vivimos un clima de discriminación que está generando una reducción numérica de la población cristiana de estos países e incluso su total desaparición. Para este Sínodo, el Papa nos ha propuesto el lema “Comunión y testimonio – un solo corazón y una sola alma”. En otras palabras: estar unidos para ser testigos. La elección de este lema no afecta sólo a nuestras iglesias orientales que viven una situación minoritaria y de confrontación con el mundo islámico, sino que se puede aplicar también a las iglesias europeas, que se enfrentan a una sociedad plural y donde también es de la comunión de los cristianos de donde puede nacer su testimonio. Es decir, la Iglesia no tiene una misión, no hace misión, sino que es misión.
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