Por primera vez, un Papa visita Chipre. Del 4 al 6 de junio, Benedicto XVI hace su primer viaje papal a un país de mayoría ortodoxa, en lo que muchos describen como el camino que sigue las huellas del apóstol Pablo, después del viaje a Malta.
En Chipre Benedicto XVI se reunirá con los obispos para hacerles entrega de la documentación sobre la que trabajará el Sínodo sobre Oriente Medio que Roma albergará el próximo mes de octubre. El arzobispo de Chipre, Crisóstomo II, responsable de la Iglesia Ortodoxa, ha declarado que todos los obispos ortodoxos deben aceptar al Papa y deben acudir a recibirle, y ha amenazado con la suspensión de la participación en los trabajos del Sínodo de octubre a todos aquellos que se nieguen a acoger al Santo Padre.
A pesar de ello, algunos obispos ortodoxos se han manifestado contrarios a la visita papal, aunque “tanto las acusaciones como el modo en que han sido pronunciadas no merecen respuesta alguna, pues nacen del prejuicio y ninguna prueba será capaz de cambiar las posiciones de los que se inspiran en los prejuicios”, apunta Umberto Barato en la revista Oasis. Esta publicación, especializada en cuestiones de ecumenismo y diálogo interreligioso, afirma que Chipre es el único país de mayoría ortodoxa en el que la Iglesia Católica es aceptada, reconocida y apreciada, tanto por parte de la Iglesia Ortodoxa como por parte del Estado. Sin embargo, varios medios han denunciado los saqueos y humillaciones que esta isla ha sufrido durante los últimos 35 años, tras la invasión turca.
La población católica de Chipre es de casi el 10%, de los que la mayoría son maronitas y unos 2.000 son cristianos latinos. Muchos de ellos son inmigrantes, procedentes principalmente de Filipinas, Sri Lanka, India y diversos países africanos. Esta visita ha despertado gran expectación en la isla, pero los sacerdotes católicos insisten en que no es tanta la importancia política de este viaje papal. “No se trata de un acontecimiento social ni de una cuestión política, sino de un encuentro espiritual entre los hijos y su padre”, apunta Oasis. “El objeto principal de la visita del Papa tiene una dimensión absolutamente pastoral: el Santo Padre quiere encontrarse con sus hijos e hijas y visitar a la Iglesia católica de Chipre para animarla y consolarla”.
El aspecto político de la visita pasa así a un papel secundario, pero no el ecuménico: “puede ser importante, en el sentido de que fortalezca las relaciones entre las dos Iglesias”.
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