“A alegria da certeza”, la alegría de la certeza. Este lema al lado de la sonrisa de Benedicto XVI es lo que algunos chavales de GS en Portugal han escrito de cara al viaje del Papa a Fátima, Oporto y Lisboa. Un viaje muy esperado. En todas las ciudades se alzaban manifiestos con imágenes del Santo Padre, que al llegar fue recibido por miles de fieles que le esperaban en las calles. El clima que se respiraba estos días era el de una gran alegría. “También nosotros participamos en este viaje”, explica el padre João Seabra, responsable de la comunidad de CL. “Hemos ido cientos a la misa en Terreiro do Paço y los universitarios del CLU han trabajado en el servicio de orden”.
Todo el país se ha parado para verle, a pesar de que la prensa laicista no se haya ahorrado las críticas. Hay quien ha acusado al presidente Cavaco Silva por su saludo al Papa o quien ha reprochado al Gobierno por el día de fiesta que ha decretado para poder seguir la visita. El día antes de la llegada del Papa, un talk show muy popular denunciaba el coste excesivo del evento. “Pero entre los laicos también hay muchos que esperaban con curiosidad esta visita”. Basta ver las cifras del primer día: “en la plaza había 250.000 personas para la misa. Todas las calles y plazas de alrededor estaban abarrotadas. Además, después de la homilía hubo un momento de reflexión, cinco largos minutos de silencio total, tanto que se oía el canto de los pájaros”.
Los cuadernillos de los chicos de GS han sido sólo uno de los gestos con que el pueblo portugués ha recibido a Benedicto XVI. Seis páginas con fotos y textos del Papa que han elegido ellos mismos y que luego han querido distribuir en los colegios, en las plazas, a las puertas de la iglesias. “El cuadernillo está hecho para manifestar la alegría de la certeza que es para nosotros el Papa”, declara el padre João. “Él es el signo de la pertenencia a Cristo y a la Iglesia, una pertenencia que nos llena de leticia”.
Las reacciones de la gente han sido muy variadas. Hay quien no lo ha querido coger, “pero de todas formas nos daban las gracias, diciendo que era precioso. Una amiga mía se lo llevó a su florista, que no quería seguir la visita porque no le gusta el Pontífice. Al día siguiente la volvió a ver, le dio las gracias y le dijo: ‘Me ha impactado lo que dice este cuadernillo. Me ha convencido, yo también voy a la plaza”.
El domingo anterior hubo una “bicicletada” para expresar nuestra alegría por la llegada de Benedicto XVI. Muchas familias llenaron las calles de Lisboa en un gesto muy sencillo que organizaron algunos amigos del movimiento. Cientos de personas, de todas las edades, pedalearon por el centro para demostrar su deseo de estar junto al Papa, llevando un maillot que decía “eu vou là estar” (yo voy a estar).
No sólo eso. Una escuela entera se movilizó una mañana para poder saludarlo. El colegio Santo Tomás, de Lisboa, que llevó a un millar de niños a la calle para recibir a Benedicto XVI. Y también fueron a Fátima, pues el pueblo portugués está muy unido a este santuario. “Es el lugar donde se renueva nuestra fe, donde la Virgen vino para decir que el cielo estaba preocupado por nosotros, se implicó directamente con nuestra vida. Por eso cada año vamos en peregrinación y recordamos lo que decía una de aquellas pastorcillas, Jacinta”. En una de sus visiones, la niña había visto al Papa rezar lleno de lágrimas, y repetía continuamente: “Coitadinho do Santo Padre, pobrecito el Santo Padre, hay que rezar mucho por él”.
“Esto es lo que queremos enseñar a nuestros niños”, concluye el padre João: “A querer bien al Papa y a rezar por él”.
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