«Cuando me propusieron intervenir sobre el lema del Meeting de Rímini de este año, fui a ver el texto original del Fausto y descubrí algo muy interesante. Goethe usa la palabra erwerben, que significa adquirir, más que volver a ganarse». Para Andrea Moro, lingüista y neurocientífico, director de la Escuela Superior Universitaria de Pavía, discípulo de Noam Chomsky, lo normal es empezar por los “ladrillos” del lenguaje, las palabras. Por eso percibió enseguida que ese “Lo que heredaste de tus padres vuelve a ganártelo para que sea tuyo”, citado por don Giussani en El sentido religioso, es fruto del trabajo de un traductor-traidor que, como sucede a veces, amplifica y profundiza el significado original. «Ese “volver” significa que ya había algo», explica Moro. «En mi opinión, en la interpretación de esta traducción hay una sugerencia maravillosa: volver a ganarse quiere decir que ya lo poseías. Hay una suerte de reclamo extraordinario a la frase más tranquilizadora, tal vez, del mensaje cristiano. Cristo nunca propuso un camino de obstáculos sino que dijo: “Permaneced en mí”. Creo que esta dimensión está implícita en la versión italiana, no creo que haya sido un lapsus. Lo primero que hay que hacer con esta herencia es reconocer que ya es tuya. Pero eso no está solo en el lema de este año…».
¿Qué más le llama la atención?
Pensemos por un instante en el significado más emblemático de “herencia”. Una herencia es un regalo inesperado, inmerecido y que no permite hacer cosas nuevas. Por eso, otra cosa que me llama la atención del lema elegido por el Meeting es que no puede evitar referirse a toda nuestra existencia porque esta tiene exactamente las mismas características. También me llama la atención el contexto del que está tomado. En el texto original, Goethe dice que si un don no se usa acaba convirtiéndose en un lastre. Por eso el reclamo del lema me parece que nos empuja a usar nuestra vida, a ponerse en juego, a entender que «la culpa es no hacer un uso real de lo que sucede».
Desde su punto de vista como lingüista, ¿qué significa considerar el pasado como algo que hay que “reconquistar”?
Nos cuesta darnos cuenta de que nuestra vida nos hace partir de cero. A menudo nos sentimos ligados para bien y para mal a quienes nos han precedido y esto nos quita la posibilidad de sentirnos protagonistas de nuestra existencia, cuando de hecho lo somos. Pero hay al menos un aspecto en el que claramente no empezamos de cero respecto a nuestros padres y madres, y es la “conquista” del lenguaje, el milagro que acontece en todos nosotros, que nacemos sin palabras –nacemos “infantes”–, y en el arco de pocos años, sin demasiadas instrucciones, conseguimos manejar la herramienta más complicada que se pueda pensar, el lenguaje humano.
Actualmente, para muchos el uso de la lengua está en peligro por las nuevas tecnologías, que amenazarían las competencias lingüísticas de los “nativos digitales”, ¿realmente debemos tener miedo?
Los nativos digitales no existen. Se trata de una metáfora consumista útil para una sociedad que necesita etiquetas mercantiles. Los seres humanos son iguales desde hace al menos cien mil años y los smarpthones no pueden cambiar nuestra neurobiología, igual que la bicicleta no cambió nuestro aparato locomotor. La lengua tampoco está en peligro. Si las abreviaturas fueran dañinas, el imperio romano no habría resistido más que unos pocos años. Pero, bromas aparte, existe un riesgo en el diluvio de información informe al que estamos asistiendo respecto de la comunicación. El peligro es la incapacidad para una concentración prolongada, acostumbrados como estamos a tolerar interrupciones en la narración para dejar espacio a las comunicaciones comerciales. Si nos falta ejercitar algo es la capacidad de aprender a leer novelas, ver películas enteras, escuchar un concierto. En una palabra, poner mente y corazón en modo escucha.
En el Meeting participará junto a un experto en lenguaje animal. ¿Por qué es interesante este tema? Una cierta atención hacia el mundo animal parece distraernos actualmente de la atención a las personas, ¿no?
La atención a los animales no es una novedad. Para bien y para mal, los seres humanos han reflexionado sobre los demás seres vivientes en todas las épocas. Hoy las cuestiones éticas están ciertamente calientes y no siempre se afrontan con racionalidad, a veces hacen sospechar que son funcionales a la incapacidad que tenemos para asumir responsabilidades ante nuestros semejantes, pero hay un aspecto que no tiene que ver con la ética y que ha hecho que hoy resulte fundamental la confrontación entre los seres humanos y otros animales. Sabíamos, al menos desde Descartes, que el lenguaje humano se diferencia del de los demás animales porque permite construir un número potencialmente infinito de combinaciones (frases) a partir de un número finito de elementos primitivos (palabras). Hoy esta capacidad se cultiva con un rigor matemático y -aquí está la novedad más importante y desconcertante- sabemos que expresa la estructura neurobiológica del hombre, planteando así nuevas preguntas y nuevos datos sobre la naturaleza de nuestra especie.
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