La Italia republicana no nació de la contraposición sino «del reconocimiento del otro». Un juicio provocador para quien está acostumbrado a pensar en la posguerra como en un conflicto permanente entre partidos en lucha. Sin embargo, es el juicio del grupo de trabajo que está preparando una de las exposiciones más esperadas del próximo Meeting. El título es precisamente “El encuentro con el otro. Genio de la República 1946-2016”. Retoma de cerca el lema de la cita en Rímini (“Tú eres un bien para mí”, que abrirá sus puertas el 19 de agosto). Pero sobre todo lo encarna con hechos. Porque nace de una colaboración entre mundos distintos, y mucho: junto a la Fundación Meeting y la Fundación para la Subsidiariedad, además de Massimo Bernardini y la RAI, está entre otros Luciano Violante. Ex magistrado, ex miembro del PCI, ex presidente de la Cámara, hoy profesor de Derecho y presidente de la asociación Italia Decide. En definitiva, otro en comparación con el background canónico de los organizadores. Pero implicado totalmente, hasta el fondo. ¿Por qué? ¿De dónde nace esta relación con el Meeting? «Fui por primera vez hace algunos años, me invitaron a hablar de la situación de la justicia con Angelio Alfano, que entonces era ministro de Justicia, mientras yo ya había dejado el Parlamento. Fue un debate interesante y positivo, muy abierto».
¿Hubo algo que le llamara la atención especialmente?
Los jóvenes, había muchísimos jóvenes. El Meeting es una de las pocas iniciativas que hacen comunidad, que construyen un tejido social entre personas. Y hace todo eso en nombre de valores, no para garantizar ciertos intereses.
¿Eso es lo que le ha hecho volver?
Sí, es un lugar donde se mezclan generaciones nuevas y viejas, militantes de partidos políticos distintos, familias con chavales y jóvenes que se mueven solos o en grupo, con autonomía. Todos están allí para comprender, no para perder el tiempo. Y luego veo que vuelve a suceder en varios lugares que suelo frecuentar, en universidades y en centros culturales de todo el país. Es evidente que la comunidad de valores no se agota en Rímini.
¿Por qué insiste tanto en el factor comunitario?
Considero la pérdida del principio de comunidad uno de los puntos delicados de la crisis social. En la sociedad, tienden a prevalecer empujes egoístas, individualistas, mientras en el Meeting prevalece una visión del interés general que no anula a la persona. Creo que hoy es muy necesario echar una mano, en la medida de lo posible, a una organización que pone sobre la mesa ideales y comunidades.
¿Qué ideales ve?
La gratuidad, la solidaridad, la apertura a entender las razones de los otros y las raíces de los acontecimientos. Mire, en el mundo actual asistimos a una banalización general caracterizada por la simplificación. Como dijo una vez Aldo Moro, el que simplifica elimina conscientemente lo superfluo, en cambio el que banaliza elimina inconscientemente lo esencial. Me parece importante contribuir a derrotar lo banal, a reconocer el valor del otro e ir a la raíz de las cosas. El primado de lo banal es consecuencia del dominio de la comunicación espectáculo. Si la broma tiene más valor que la verdad, la banalización es inevitable.
«Ir a la raíz de las cosas», ¿es posible también desde posiciones distintas?
Claro. El Meeting es un punto de reconstrucción de la convivencia en Italia. Estando en una comunidad que vive una experiencia de valores, también se puede volver a aprender a ser una nación donde nos respetamos independientemente de las pertenencias sociales o políticas.
La diversidad de posiciones, ¿no es un obstáculo al diálogo?
Yo defiendo mi militancia política en el partido comunista. El PCI tenía muchos límites pero se apoyaba en principios de comunidad, gratuidad y de compartir ideales que daban un fundamento a los principios políticos y a los comportamientos consiguientes. Aquí en cierto modo descubro algunos elementos comunes. Mi punto de partida intelectual es diferente al del Meeting y CL. Bruno Forte me dijo una vez que soy un creyente en busca de religión. Comparto esta definición. Valoro vuestro compromiso porque veo la posibilidad de reconstruir relaciones entre personas de este país fundadas sobre los valores humanos.
¿Hay algo que despierte su curiosidad particularmente?
No es curiosidad, lo mío es una actitud distinta. No pretendo ir a descubrir un “animal extraño” para ver cómo está hecho. No. El Meeting es una organización a la que quiero echar una mano, en los límites de mis posibilidades y si es necesario, sin ninguna pretensión, porque va en la dirección adecuada. Un compromiso así hay que ayudarlo porque es justo hacerlo.
¿Cómo es la exposición en la que se ha implicado como uno de sus comisarios?
Me invitaron y acepté de buena gana. Se trata de una exposición sobre los setenta años de la República. El título, “El encuentro con el otro. El genio de la República”, es una clave para leer la historia de la Italia republicana.
¿Por qué?
Italia es el país del norte, del centro, del sur; del campo y de la ciudad; del fascismo y del antifascismo; del comunismo y del anticomunismo. La división ha sido y es su enfermedad profunda: se reconoce más a menudo en la contraposición que en la unidad. Sin embargo, en la historia de esta República hemos visto nuestros mejores momentos cuando ha prevalecido el reconocimiento del valor del otro. Pienso, por ejemplo, en el renacimiento de la posguerra o en el compromiso común contra las diversas formas de terrorismo. El terrorismo, el poder mafioso, la corrupción consisten en cambio en la negación del otro. El reconocimiento del otro es una clave nueva y moderna para reconstruir el sentido de la historia italiana. Por eso digo que el título del Meeting no es una afirmación ideológica sino que nace de la Historia.
¿Qué pondrá de manifiesto esta exposición?
Que los momentos más importantes y positivos de nuestro pasado republicano son aquellos en que las partes se reconocieron mutuamente, mientras que las crisis van ligadas al desconocimiento del otro.
¿Qué ejemplos positivos se mostrarán en este itinerario?
Pienso en Alcide de Gasperi en 1953 que, después de perder por solo 54.000 votos el premio mayoritario previsto por la nueva ley electoral, para no causar más daño al país rechaza la invitación de los suyos a pedir un recuento de votos, donde podía haber un millón de papeletas nulas, en blanco o problemáticas. Pienso en Palmiro Togliatti, que después del atentado de 1948 pide a los suyos que permanezcan en calma y no dividan más a su pueblo.
¿Qué nos enseñan los viejos líderes de la DC o el PCI?
No hay que idealizar a ninguno de estos partidos, que también tuvieron caídas graves. Sin embargo, algunos de aquellos líderes, los mayores, tuvieron comportamientos que afirmaban la unidad del país como un valor político absolutamente prioritario, por encima de todos los demás. Para De Gasperi y Togliatti, y para muchos hombres de su generación, la paz social y el bienestar de la nación prevalecían siempre sobre los intereses partidistas. Podemos decir que la reconstrucción de Italia y la afirmación del bien común fueron posibles en el reconocimiento del otro. Es un dato histórico que queremos documentar.
¿Por dónde es posible volver a empezar hoy? ¿Cómo mostrar ahora que “tú eres un bien para mí”?
Ante todo, es necesario hacer emerger esta afirmación en la Historia. Y luego hay que valorar los comportamientos. Es en los comportamientos donde se reconoce al otro como un bien, no en el furor reglamentario. Las reglas son necesarias, y lo digo como hombre de ley, pero hacen falta “buenas costumbres”. Solo con reglas no se construye nada.
Es un juicio muy claro también sobre la política de hoy.
Sin duda.
¿Se alegra de volver a Rímini?
Vuelvo con ganas. Y vuelvo de nuevo con mi mujer porque lo que sucede en el Meeting es un factor de reflexión y discusión entre nosotros. Ella es católica observante; es muy bonito hablar entre nosotros también de esto.
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