«Querido Papa Francisco, te escribo desde mi habitación en la última planta -cerca del cielo- para decirte que estaba realmente cerca de ti en Lesbos cuando abrazabas la carne martirizada de esas mujeres, esos niños y hombres que nadie quiere acoger en Europa. Este es el Evangelio que yo amo y quiero seguir viviendo junto a los últimos, esos que todos descartan».
Son las primeras líneas de la carta que Marco Pannella escribió al Papa Francisco el pasado 22 de abril. Le quedaba menos de un mes de vida. En su casa, cerca de la fontana de Trevi, el anciano y enfermo líder radical había seguido por televisión pocos días antes la visita del Papa a Lesbos y sus encuentros con los refugiados en la isla griega. Había quedado impresionado y conmovido. Después de reflexionar varios días, decidió escribir a Francisco. La carta está escrita a mano, con tinta azul, y las líneas se inclinan ligeramente hacia arriba a la derecha. Al final, la despedida va escrita en mayúsculas: «TI VOGLIO BENE DAVVERO TUO MARCO» (Verdaderamente te quiero. Tuyo, Marco).
Al final de la página, un post scriptum: «He agarrado en mis manos la cruz que llevaba mons. Romero, y no puedo apartarme de ella». La cruz de Romero la lleva ahora al cuello monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia. Él fue quien explicó a Pannella el origen de esta cruz. «Marco me pidió llevarla, no quería quitársela. Al final, dentro de mí sentí cierto remordimiento por quitársela».
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