La noticia es que en la Sorbona se ha hablado de Eugenio Corti en un congreso titulado "Le récit par images - Eugenio Corti (1921-2014)". Ha sido un evento excepcional para un escritor que murió hace apenas dos años, un reconocimiento de alto nivel que confirma definitivamente la entrada del autor de la novela El caballo rojo en el canon de la literatura contemporánea.
Bajo la cuidadosa dirección de Lydwine Helly, de la Universidad de Rouen, y François Livi, profesor emérito en la Sorbona, ambos defensores desde hace tiempo del valor de la obra de Corti y promotores de su conocimiento fuera de Italia, profesores de siete universidades francesas e italianas, expertos, periodistas, intelectuales y seguidores del novelista se dieron cita en el ateneo parisino para profundizar en la importancia histórica y literaria de sus textos.
La multiplicidad de los puntos de vista y las posibilidades ofrecidas por los diversos enfoques disciplinarios han llevado la reflexión literaria hasta el corazón de las razones que, durante más de treinta años, explican el extraordinario éxito de público conseguido por Corti en su país. Cada uno de los ponentes examinó un aspecto de su obra, según las competencias científicas concretas de cada uno, indicando líneas de análisis de gran interés para la lectura. Pero sobre todo -y este dato es una sorprendente confirmación, teniendo en cuenta que se trata de lectores expertos y de especialistas del sector- estas jornadas parisinas han propuesto relaciones donde el enfoque riguroso de los ponentes ha puesto de manifiesto el entusiasmo personal que suscita la lectura de Corti. Bien mirado, es la misma h historia que implicó a cientos de miles de lectores de todo el mundo, cuya vida está marcada por la verdad y la belleza que hacen únicos los textos de este autor.
Resulta imposible dar cuenta de todas las sugerencias que han nacido de este congreso. En su apertura, Livi analizó, siguiendo un itinerario filológico, los registros literarios de sus textos relativos al frente ruso, evidenciando en las cartas enviadas por el joven oficial a sus familiares dos filones que se mantendrán constantes en su narrativa: la atención al paisaje y las razones de la partida. Enfoque análogo al de Rachel Monteil (Universidad de Lorena), que estudiando las representaciones del paisaje descritas por Corti, realistas pero llenas de valor simbólico, llegó a definir su trabajo como "escritura en imágenes". Vanina Palmieri Marcolini (Universidad París III Sorbonne Nouvelle) presentó una exhaustiva investigación sobre la presencia paradigmática y en muchos aspectos idealizada de las figuras femeninas de El caballo rojo, y el editor Cesare Cavalleri destacó la figura del famoso censor romano como proyección del propio autor, también por lo que respecta a su relación con la escritura.
Espacio relevante se ha destinado al Medievo, la época preferida por el autor. Lydwine Helly señaló el carácter "naturalmente medieval" de Corti como hombre y como escritor, deteniéndose en la visión teocéntrica del mundo, en la presencia de la naturaleza en cada circunstancia narrada, en la centralidad y libertad del hombre en la creación, en la visión de un cristianismo nunca relegado a la esfera privada. Elena Landoni (Universidad católica de Milán) mostró las estructuras de la estética cortiana en relación a los modelos culturales del Medievo, momento privilegiado de evocación de la belleza, identificando en la capacidad para dar voz al misterio el núcleo de la alteridad de Corti en el panorama literario.
El estudio de las ideologías del siglo XX, constitutivo de la actividad literaria de este autor, fue profundizado por Philippe Pichot-Bravard (Universidad de Brest), lector entusiasta, que detalló cómo de la preocupación de Corti por el misterio del mal en la historia no nace un modelo teórico sino la representación del hombre en su dimensión totalitaria, donde la miseria moral generada por la ideología se revela mucho más grave que la material. En cambio Philippe Maxence, crítico de larga trayectoria literaria de la obra de Corti traducida al francés, partió de un enfoque crítico comparativo. Comparándolo con Solzhenitzyn, también a través de la verdad y de la novela el escritor italiano mostró su carácter de "disidente occidental", de voz profética que anuncia en solitario verdades históricas difíciles de aceptar y que, llegando a la certeza del bien a través precisamente de la experiencia del mal, proclamó en sus obras la victoria del bien sobre el mal.
La que firma analizó críticamente los rasgos del realismo narrativo de Corti, dando razón de la realidad a partir del nexo con la trascendencia, aprovechando su vocación de escritor-testigo, para quien la narración no puede nacer más que de la vida real. Precisamente de su experiencia personal nacía su percepción de la presencia de los ángeles en la vida cotidiana, sobre lo que tantas veces le interrogué. Hace muchos años hablamos de ello justamente en París, durante una visita promocional de sus obras. Paseando por el Sena le confié que me hubiera gustado estudiar la relación entre los ángeles y los poetas en su obra, a lo que él asintió sonriendo. Es una promesa que mantengo.
Solo las actas del congreso podrán dar razón plena de la riqueza de los trabajos, seguidos con gran atención por el público y que concluyeron con una conmovedora lectura dramatizada de fragmentos de su obra narrativa. Los actos desarrollados en la Salle des Actes de la Sorbona pusieron de manifiesto que desde el testimonio literario del autor lombardo la belleza sigue hundiendo silenciosamente sus raíces. El hilo conductor de los trabajos del congreso fue la percepción común de una responsabilidad frente a la belleza encontrada. Una conciencia de la que se hizo portavoz François Livi en el acto de clausura, deseando un largo y productivo futuro a las amistades surgidas en torno a la obra de Corti.
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