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“El espacio interior del silencio”

Mathilde Gaussin
24/11/2015

Visité las seis habitaciones con las 70 obras pictóricas (pinturas y dibujos) de la exposición “El espacio interior del silencio” de Stéphanie de Malherbe en el Castillo de Tours y salí emocionada e iluminada.
Stéphanie nos recuerda la riqueza poética de Klimt o la calma silenciosa y cotidiana de Bonnard. Así, sus hijas, dibujadas con virtuosismo, sueñan sobre confortables sillones o están pintadas de espaldas frente a un paisaje quieto y silencioso. Su matrimonio también es poéticamente sugerido, con un guiño al Ángelus de Millet, en una versión completamente extravagante, que nos muestra su familia y sus cuatro hijos sostenidos por amigos muy juntos, a pesar de la presencia de otras personas indiferentes, y todo eso bajo la mirada benevolente de Dios.

En ocasiones, estalla el color, vibra y gruñe como la paleta exótica de Gauguin –Stéphanie ha vivido 11 años en México y 5 años en España–. En otras, explora monocromías poéticas y silenciosas recordando el universo más grave e irónico de Gustave Moreau.
Cada uno de sus personajes parece tener una vibración propia, y muchos de ellos están pintados de espalda, haciéndonos pensar en Caspard David Friedrich. Sin embargo, no hay ninguna nostalgia en los personajes que miran hacia el horizonte: al contrario, parecen vibrar maravillados por la gratuidad de lo que miran.

Stéphanie alcanza una rara belleza en el arte actual: la belleza que es el signo de una fe profunda, la suya y la de su familia, unida por un verdadero amor. En su casa, todo brota con calma y belleza.
La pintura de Stéphanie le da forma y color al equilibrio de las relaciones auténticas y humildes, donde cada uno puede ser él mismo, insertado en el universo poético que le pertenece.

Por eso sus retratos tocan el corazón, porque una persona se comprende cuando captamos su deseo de vivir. En sus cuadros, incluso la naturaleza está llorando con una belleza que remite al origen. Pienso particularmente en una serie de árboles que evocan la maravilla ante las estaciones frías, que Stéphanie redescubrió con felicidad cuando regresó a Francia hace ya cinco años, y tantos otros cuadros donde el invierno está presente con una mirada nueva como la de un niño que lo descubre por primera vez.

El trabajo de Stéphanie es poco común y sorprende porque toca con el dedo lo invisible en la vida diaria. Ha sido ella quien me habló de la carta de Juan Pablo II a los artistas, y lo que sucedió en las seis salas del castillo retrata maravillosamente lo que el Papa escribió en ella.

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Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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