En la sala no cabe un alfiler. Son muchos los que se han dado cita en el Instituto de Estudios Filosóficos de Nápoles para asistir al encuentro titulado "Laudato si'", sobre la encíclica del Papa Francisco, con unos ponentes de excepción: Pieluigi Bersani, político del Partido Demócrata italiano; Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación; Eugenio Mazzarella, profesor de Filosofía teorética en la Universidad Federico II de Nápoles; moderados por el periodista Antonio Polito.
Polito empieza afirmando que este Papa es capaz de despertar las conciencias del mundo moderno y da la palabra al organizador del encuentro, el profesor Mazzarella, que explica rápidamente los dos fundamentos de la encíclica: el teológico («de lo creado a la encarnación de Cristo») y el teológico-político, con su invitación a defender la casa común de la humanidad, «esa tierra que precede al hombre y que permanece en la historia del hombre que pasa». Francisco, afirma Mazzarella, «nos ilustra nuestra sociedad en una crisis de valores, en una situación que se encuentra en un peligroso punto de ruptura antropológica. Lo que el Papa nos pide es posar sobre la naturaleza esa misma mirada que Cristo ha posado en nosotros. La acogida viene antes que la enseñanza. La Iglesia será maestra del hombre moderno solo si es maestra de maternidad».
Polito toma la palabra y califica como «formidable» el hecho de que el Papa ponga en relación este texto con la doctrina social de la Iglesia. Y lo revolucionaria que es una posición tal como la que expresa la encíclica, donde se plantea el problema de restaurar la armonía entre el hombre y lo creado rompiendo el equilibrio que existe. De hecho, el Papa, citando a la Conferencia episcopal, afirma: «Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre». Y Polito añade: «A nosotros, que vivimos en las comodidades del desarrollo, el Papa nos dice: "Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres"».
El periodista se dirige entonces hacia Bersani con una pregunta que hace sonreír a la platea: «¿Qué siente al tener un Papa más de izquierdas que usted?». Bersani: «¡Es una gran sensación! Esta es una encíclica sobre la naturaleza, pero también es una encíclica sobre el poder, y por tanto interpela a la política». Es diferente a otras, tanto en el estilo como en el contenido: «Un texto que sencillamente entra en el corazón del mundo». El ex secretario del PD la define como un tratado de "ecología integral", y destaca que en su punto de partida está también la cuestión antropológica: «Respecto a lo creado el hombre no es un déspota sino un administrador. El Papa nos está ofreciendo una consultoría gratuita. Aprovechémosla. Antes de que las periferias de la humanidad, tanto geográficas como morales, estallen ante nuestros ojos sin que nos demos cuenta». Según Bersani, hay movimientos muy críticos con la Laudato si' entre ilustrados y racionalistas, que la acusan de no rendir un homenaje suficiente a la positividad de la ciencia y de la técnica. En cambio, comenta, el mundo ha dado pasos adelante cada vez que ha puesto en discusión el presente: «Debemos estar atentos al plantear la alternativa entre la tecnología y el control, porque en medio hay un pequeño detalle que se llama mercado. No economía, sino mercado».
«Con el pretexto del realismo y el pragmatismo, muchos católicos se mofan de la ecología», comenta Polito para dirigirse después a Carrón: «¿Por qué cada vez que habla el Papa tiene que tirar de las orejas a los católicos?». Carrón: «Porque quizás nos lo merecemos». Después continúa describiendo cómo la relación con Cristo cambia la forma de relacionarse con todo. Si el cristianismo no es capaz de generar hombres auténticos que entren en relación con lo real de un modo nuevo, se perderá su fascinación. La ecología tiene que ver con la experiencia elemental de cada uno: «Todos debemos reconocer que, si vamos de excursión, deseamos que el lugar al que vamos esté limpio, que los ríos no estén contaminados y que las montañas no estén llenas de basura. Cuando llevamos a nuestros hijos de vacaciones deseamos que les pueda impactar la belleza de las cosas que vean. Esto no es poesía, sino la relación elemental que tenemos con la realidad. Sorprende que el Papa Francisco haya escrito una encíclica así, porque mientras otros valores se oscurecen la ecología todavía tiene un atractivo: nos preocupa que ciertas cosas no se destruyan, que la naturaleza cause un cierto efecto en nuestros hijos, que se destruya toda la belleza que estamos llamados a vivir. El aspecto ético de la conversión nace precisamente del deseo de que todo lo que tenemos no decaiga, no vaya a peor, no se destruya».
Entonces, se pregunta el responsable de CL, ¿qué es lo que no funciona? «No habrá una relación nueva con la naturaleza si no hay un hombre nuevo. No hay ecología sin una antropología adecuada. ¿Cómo puede el hombre establecer esta nueva relación con la naturaleza, hasta el punto de querer hacerse cargo de ella? Sin responder adecuadamente a esta pregunta, el hombre sucumbe al ansia de poseer, de poder. ¿Qué permite ensanchar la mirada?». Sobre esto, Carrón señala un ejemplo que solía repetir don Giussani, invitando a identificarse con la experiencia de alguien que, con la conciencia de la edad adulta, saliera en este momento del vientre de su madre. La primera reacción ante la realidad sería la maravilla, el estupor, el impacto de una presencia. «Esto está en el origen del abrirse de par en par nuestra mirada, del abrirse nuestra conciencia de hombres. Nosotros normalmente no secundamos esta forma mediante la cual la realidad nos sorprende: el declive ético y cultural está en el origen del ecológico». El hombre, por tanto, busca la satisfacción inmediata porque vive la experiencia de un vacío que puede llenar de dos formas: con el poder sobre las cosas y con el poder sobre las personas. Pero nada de eso satisface adecuadamente su necesidad. «Entonces, ¿hay alguien en la historia capaz de llenar este vacío?», pregunta Carrón: «Esta es la conversión. De otro modo, todo sería en vano».
Concluye el encuentro Mazzarella, diciendo que el Papa está preparando a Occidente para el hecho de que, probablemente, en el futuro tendremos "menos" y, quizás, más necesidad de sentido. Bien visto, casi se podría adivinar.
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