¿Quiénes son los "verdaderos" musulmanes? ¿Son los terroristas que atacan a los cristianos en sus casas y tratan de eliminar su presencia física, como hemos escuchado en la Vigilia de Pentecostés? ¿Son los inmigrantes que tiran al mar a sus compañeros de travesía por ser cristianos? ¿O son los diputados tunecinos que, encerrados en el Parlamento durante el ataque al Museo del Bardo, entonaban el himno nacional con ese verso sorprendente: Si el pueblo un día pide la vida, el Destino tendrá que responder? ¿Es la estudiante egipcia que pide una tesis sobre la hermenéutica de Gadamer aplicada al Corán para poder «entenderme mejor a mí misma»? ¿O el profesor de Teherán que después de un encuentro dominado por la retórica del régimen pide perdón por la actitud «un poco agresiva» de un compañero, al decir que el error de la revolución islámica fue haber querido hacer de un universal religioso un universal político?
¿En la balanza pesan más las luces de Dubai o la negrura de Alepo, que vista desde el satélite parece deshabitada mientras aún hay cientos de miles de personas atrapadas entre las ruinas de la ciudad? Son muchas las teselas del mosaico y no es fácil descifrar el dibujo completo. Para intentarlo, hace falta un esfuerzo de síntesis, porque ver no significa automáticamente entender. Hay que pasar del relato al juicio.
Precisamente esta fórmula, del relato al juicio, es la que ha inspirado la renovación de la revista Oasis, que nació hace más de diez años por iniciativa del cardenal Angelo Scola.
El primer número de la nueva serie, "El islam en la encrucijada. Tradición, reforma, yihad", parte de una paradoja que el pensador tunecino Hamadi Redissi resume así: «Todos hablan en nombre del islam, pero no del mismo islam; cada uno lo reinventa en el presente». Son tres ideas las que acompañan al lector.
La primera es que esta multiplicidad de posiciones, que hace difícil identificar el "verdadero" islam hoy, es fruto de un recorrido histórico preciso. Varios artículos, la mayoría de intelectuales del mundo musulmán, describen los altibajos de casi dos siglos de confrontación con la modernidad, entre aperturas, puntos de partida falsos y caminos erróneos, en Egipto e India, pero también en Arabia Saudí e Irán. Emerge como una constante, también entre los pensadores aparentemente más reformistas, el peligro de una ideologización de la religión y la tendencia a tratar la tradición de la misma manera que una caja de herramientas, de la que extraer respuestas prácticas y "modernas" según las exigencias del momento. Pero a veces los resultados son francamente embarazosos, como señala Wael Farouq a propósito de la fatwa sobre la enfermedad de sus compañeros con que un shaykh egipcio había pensado resolver el problema de la promiscuidad entre hombres y mujeres en los lugares de trabajo.
Dejando a un lado estos casos extremos, la insuficiencia de este método ya es evidente, como indica la teóloga iraní Forough Jahanbakhsh: «Una reforma sostenible requiere una reevaluación y reformulación de los principios teológicos, como requisito previo para la reforma jurídica (...). Reformas jurídicas esporádicas, por buenas que sean, solo ofrecen remedios parciales y fragmentarios».
De ahí -segunda idea clave- la imagen de la encrucijada, que da título a la revista. De hecho, los musulmanes están hoy en una encrucijada en cuyo centro se encuentra trágicamente la cuestión de la violencia. En Oriente Medio se está desarrollando un proceso de "des-civilización", observa amargamente el historiador kurdo Hamit Bozarslan, y la idea de poder administrarlo desde lejos, mediante compromisos de real-politik, puede ser peligrosa y criminal. «Lo que está pasando en Oriente Medio se suele recibir como un informativo. Y no lo es. Las sociedades están desapareciendo, y nadie nos asegura que mañana podremos seguir hablando de una sociedad libia, yemení o iraquí». ¿De verdad podemos pensar en limitarnos a "gestionar la barbarie" en Siria o Iraq, eslogan que por cierto da título a un panfleto islamista de hace algunos años?
Sin embargo, justamente la gravedad de la situación puede convertirse -tercer paso- en un recurso, porque cada vez es más evidente que de la crisis actual y del terrorismo no se sale con ajustes parciales o concesiones simbólicas. Pero la tarea es enorme, y probablemente superior a las fuerzas del mundo islámico por sí solo. Es absolutamente necesaria la contribución de los cristianos, como observa el padre Samir Khalil Samir. De hecho, en la era global cualquier alternativa ha de construirse juntos, hasta el punto de que todas las civilizaciones religiosas, lo quieran o no, deben tener "en el rabillo del ojo" lo que sucede en otros lugares.
Suele decirse, y con justicia, que el otro revela algo de mí, pero para que eso pueda suceder hace falta que el otro no quede reducido a un pretexto para hacer una reflexión autorreferencial. Hace falta por tanto aceptarlo hasta el fondo, entender el significado que el otro da a las palabras y a la historia de la que procede, sin presumir de conocerla ya. Solo a través de esta confrontación, a la que Oasis quiere contribuir, se podrá desplegar hasta el fondo la provocación que encierra todo encuentro. Solo así se podrá recorrer todo el camino del conocimiento.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón