«Pocos intelectuales como Pier Paolo Pasolini han leído e intuido la emergencia en torno al hombre, cómo el hombre está cambiando y las connotaciones que dicho cambio conlleva. Esta tarde es una ocasión de mirar la realidad con la mirada que tenía Pasolini». Davide Perillo, director de la revista Tracce, introducía así este encuentro de lectura que tuvo lugar el viernes en el Meeting.
Davide Rondoni: «Poieo, en griego, significa un aspecto creativo de un mundo, algo que ha de servir al poeta para respirar, inspirarse. Pasolini ha creado un mundo por el que viajar, al que volver y en el que volver a empezar. Pasolini “es”, no “era”; no está quieto en las bibliotecas, sino que sigue provocando y existiendo». Lo que distingue a los grandes escritores como Dante, Leopardi, Baudelaire y Pasolini – declaró Rondoni – «es ser, con su propia vida, una contradicción que, pasados los años, sigue siendo sugerente porque la viven y la sufren».
Autores como Pasolini y Testori, subrayó, siempre están «en contra del poder», porque lo que le sirve al poder para afirmarse a sí mismo es eliminar toda contradicción. Pasolini entendió en los años cincuenta que la relación del mundo con la realidad estaba cambiando, como se ve en aquel famoso artículo de las luciérnagas, donde decía que quienes tenían el poder en Italia, los democristianos, no comprendían el cambio. «Estoy seguro – escribe en una poesía – de que, si se quitaran esas máscaras que llevan puestas, uno encontraría un trozo de hueso o unas cenizas…; un vacío de poder dentro de sí».
Por último, Rondoni puso de manifiesto cuál fue la posición de Pasolini acerca de 1968. «Dijo a los del sesenta y ocho que su “revolución” de maniquís burgueses no hacía más que perpetuar el poder, favoreciendo que todo cambiase para al final volver a tener lo mismo que antes. Lo que se puso en evidencia fue la “debilidad cultural” del sesenta y ocho, que sólo llevó a una mayor burocracia como sustituto de la belleza. ‘Qué será de aquéllos que no han conocido la poesía de la tradición…, que no conocerán si no es a través de una sonrisa real’, escribía. La verdadera conmoción y el verdadero testimonio, vienen del juicio, de la experiencia de la belleza. ‘Estoy tan bloqueado – escribía, mientras se ocupaba de su obra El Evangelio según Matteo – que sólo la Gracia puede disolverlo».
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