Vuelven los encuentros “en el exterior” del Meeting. Es el caso de Man alive - Un hombre vivo, el espectáculo teatral fruto de la adaptación de la homónima obra chestertoniana, representado anoche en el Teatro Novelli de Rímini. Sobre el escenario, los actores del grupo teatral “Compagnia bella” del actor y dramaturgo Giampiero Pizzol.
¿Cómo nació la idea de llevar al teatro la novela de Chesterton Un hombre vivo?
Ya llevamos años pensando en este texto. Es una novela muy importante del siglo pasado, una obra que, si bien fue escrita en 1912, ilumina la crisis del hombre contemporáneo. Otro factor que nos animó a llevarla al teatro fue su carácter profético, ante todo lo que sucedió en Europa en el siglo XX. El lema del Meeting hizo el resto y ha sido la ocasión de estrenarla.
Por tanto, está relacionada con el lema de este año.
Creo que podría considerarse el manifiesto del Meeting: a la “emergencia hombre” nosotros respondemos “Man alive”, “Un hombre vivo”. En inglés, “Manalive” es una exclamación similar a nuestro “¡Vive Dios!”. ¿Dónde está el hombre? ¿Quién es el hombre? Man alive!
Con Un hombre vivo Chesterton responde a estas preguntas. El hombre debe estar “vivo”. En uno de los momentos más significativos de la obra, el autor afirma: «En ciertas épocas extrañas es necesario tener otra clase de sacerdotes, llamados poetas, que recuerden a los hombres que aún no están muertos».
A través del protagonista, Innocent Smith, Chesterton delinea al prototipo de hombre que no se contenta con sobrevivir. Smith quiere vivir y en su ardor, en su búsqueda de la felicidad, trata de implicar también a otros, aunque las consecuencias de tales implicaciones le causarán no pocos problemas.
¿Cuáles son las características que hacen del protagonista un hombre que vive hasta el fondo su propia existencia y de dónde nace toda la incomprensión que encuentra?
El hombre vivo es un loco. Chesterton usa la locura para irrumpir en una casa inglesa del siglo XX cuyos inquilinos viven embalsamados en la rutina. Hay una afirmación que se adapta perfectamente a la época contemporánea: «Yo me tiro en el sofá con la misma determinación con que un suicida se tira al Támesis». El sofá se convierte por tanto en el lugar donde el individuo muere. El hombre se acomoda, se adapta a una vida que tiene ya nada que decirle. En este contexto irrumpe como un vendaval Innocent Smith, que trastorna la rutina cotidiana de los habitantes de la casa con sus extravagancias, con sus preguntas, con sus provocaciones. De ahí las incomprensiones y el proceso al que será sometido. Que dará lugar a una comedia de humor un tanto shakespeariano y también al estilo de las novelas de Agatha Christie, al estilo de los escritores de misterio.
Aburrimiento y costumbre son los enemigos mortales del hombre moderno, como los que acompañan a Smith en la obra. A Innocent, rodeado por una cohorte de acusadores, se le imputarán las peores atrocidades. Pero los verdaderos enemigos del protagonista son otros.
Chesterton dirige su crítica a las ideologías que tienden a dejar morir al hombre: el nihilismo, ciertos mensajes sociológicos y la ausencia de una moral del afecto típica del libertinaje.
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