Ayer tuvo lugar el encuentro “Teatro y libertad. La experiencia de un gran maestro”, en el que el protagonista fue Lev Dodin, director de teatro, dramaturgo y director artístico del Teatro Maly de San Petesburgo. Introducido por el escritor y periodista Luca Doninelli, los asistentes hicieron un viaje a las profundidades del arte dramático.
«Cuando era pequeño, formaba parte de un grupo de teatro amateur cuyo director era un maestro: nos hablaba de la vida. A menudo nos sentábamos alrededor de él y le hacíamos preguntas. Y él nos hablaba como nunca nadie lo había hecho. Descubrimos así que el teatro era un lugar donde podíamos hablar de las cosas más importantes e interesantes».
Dodin lleva muchos dedicándose a este arte (el dramático), que ve como el mejor vehículo para transmitir un mensaje a la mayoría. También lo describe como un lugar donde los propios actores llegan a conocerse mejor a sí mismos y a hacer experiencia de cosas de la vida de la que de otro modo no harían. Señaló, además, que «el hombre existe en cuanto a relación con los demás», por lo que, dice, el teatro se convierte en un sitio donde emerge la identidad de cada uno de los que actúan. De ahí su gusto por hacer teatro colectivo.
De hecho, él vive para contar: contar lo que sucede y le duele, contar lo que quiere que los demás sepan; contar, sobre todo, el dolor por el que ha pasado y sigue pasando el mundo. El dramaturgo ruso está especialmente interesado en dar a conocer los holocaustos, genocidios y guerras que ha cometido el ser humano. «Cuando vives en un mundo tan enfermo, has de dedicarte a esto».
Movido por este deseo y tocado por la huella que han dejado la revolución rusa, la locura de la Unión Soviética, los Gulags…, en un momento dado trató de explicar a sus alumnos por qué era importante que el mundo supiera de la existencia de ciertos horrores. «Juntos analizamos estas cuestiones. Conseguí llevarles a Auschwitz a pasar varias noches. Estando allí comprendimos que estábamos listos para contarlo mediante el lenguaje del teatro». Desde ese momento, los alumnos de Dodin preparan, a lo largo de los 5 años de su carrera artística, una obra relacionada con estos temas. «Porque el teatro nos recuerda lo que sucede no en el escenario, sino en la vida misma».
Grossman: un maestro que cambió su vida
Dodin explicó en su intervención que el autor ruso Vasili Grossman ha marcado un antes y un después en su vida: «Di con su obra de la manera más casual y caótica posible. Estaba en Finlandia por trabajo en el año 1.983. Era la primera vez que salía al extranjero. Me detuve en una librería y empecé a ojear libros. Durante ese breve período de tiempo, iba cada día allí, puesto que había libros que no había conocido jamás. Entonces di con Vida y Destino: ¡tenía mil páginas!… Y costaba demasiado. Como me interesó, lo seguí ojeando hasta que, de pronto, alguien me tocó la espalda. Era el dependiente: “Esto no es una biblioteca”, me dijo, “o se compra el libro, o se marcha usted”. ¡Habían pasado dos horas! A pesar de que andaba muy mal de dinero, lo compré. Lo leí en dos noches. Y descubrí algo totalmente inesperado para mi vida. No sabía que nuestra Rusia pudiese ser digna de ser descrita así».
Dodin contó que él siempre vuelve a Grossman. Dijo, además, que un artista como éste, Dostoievski o Chéjov han sabido reflejar mejor la sociedad de su momento y su situación mucho mejor de lo que lo han hecho hombres dedicados a la política: «El político siempre sabe cómo tiene que ser, cómo ha sido y cómo será algo; el artista no lo sabe: sólo busca entender adónde nos lleva la naturaleza humana».
El gran dramaturgo ruso está convencido de que el artista, no por lo que es, sino por su voz artística, se convierte en alguien más fuerte que cualquier historiador. Porque «los verdaderos artistas sólo pueden escribir lo que le sucede a una persona en la realidad».
El encuentro concluyó con la pregunta del moderador, Luca Doninelli, al artista: «En toda tragedia nunca falta la belleza, la poesía; no hay episodio sin ellas: un objeto, una frase inesperada… Una pequeña ventana gracias a la cual puede entrar el universo. ¿Es posible que un artista consiga realizar una obra verdaderamente negativa?». El gran maestro del teatro respondió: «No. Su alma es siempre positiva. Cuanto más trágico es lo que sucede, más positivo y optimista es él».
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