Última hora en la primera tarde de domingo verdaderamente primaveral que Roma nos regala este año. Es 7 de abril. El Café Literario de Via Ostiense expone una cita un tanto inusual para sus habituales: «Lo que busco lo tengo en el corazón, igual que tú». La propuesta viene del Centro Cultural de Roma y nace del deseo de encontrarse y dialogar con Cesare Pavese.
Por eso el primero al que se le da la palabra esa tarde es el propio autor, mediante la lectura de algunos fragmentos de sus obras.
Para acompañar al público en esta conversación, han acudido a la cita como invitados algunos de los principales estudiosos del escritor piamontés. Valerio Capasa, profesor de literatura en un instituto y gran conocedor de Pavese, Fabio Pierangeli, profesor de Literatura Italiana en la Università degli Studi de Roma - Tor Vergata; y Lorenzo Mondo, crítico literario, periodista y escritor.
Capasa señala que «cada vez que un escritor desvela su biografía, no sólo desvela su vida, sino también la nuestra». Y eso es lo que sucedió esa tarde. El tema era, sin duda, el hombre y autor Cesare Pavese, pero también toda la problemática que emerge de sus textos y que no deja de interrogar a cada uno de los presentes en la sala. «En sus obras, Pavese no trata temas, sino que plantea problemas», subraya Capasa. La necesidad de ser amados, la relación con lo Divino. Y la búsqueda de uno mismo. Problemas reales para Pavese y también, como muchos descubren y reconocen esa noche, problemas concretos para cada uno de nosotros. Pero él recibió el don, «y la condena», como señala Fabio Pierangeli, de saber reconocerlos y contarlos con una genialidad profética, y nos los describe con mucha más eficacia de lo que cada uno de nosotros sería capaz de hacer si hablara de sí mismo.
Todos se sienten identificados cuando llegamos a «la soledad», un elemento siempre presente en el escritor. Una soledad, como señala Mondo, «de un nivel mucho más profundo que el estar físicamente solos. Una soledad que lleva consigo una falta que, sin embargo, parece que nunca puede verse completamente colmada».
Entonces, ¿qué la puede colmar? Llegamos así a la clave de la poesía de Pavese: la imposibilidad de alcanzar la satisfacción. ¿Satisfacción de qué, en el fondo? De todo menos de la eternidad, como puede leerse en uno de sus diálogos más fascinantes, el de Orfeo y Bacante en los Diálogos con Leucó, de 1947. Es en esta “imposibilidad” donde muchos críticos han querido buscar el rastro de ese vicio absurdo que le habría llevado al suicidio. Pero por otro lado, como se hizo evidente en varias ocasiones durante el encuentro, si Pavese no hubiera pedido “demasiado” no habría sido interesante. “Pedir demasiado” no es un vicio absurdo, sino una necesidad inevitable para el hombre.
Es justamente ahí donde reside la fuerza de Pavese, afirmaron casi al unísono los tres ponentes: nos pone delante, como pocos, del misterio del ser humano. Si bien a veces parece incomprensible, inmerso como está entre tantas aparentes contradicciones. Por eso uno como Pavese puede llegar a afirmar tantas veces en sus obras que todo, tanto lo que se ha gozado como lo que se ha sufrido, no es más que un don, «un gran don», y llegar, al final, a quitarse la vida.
Así es como Pavese abre una y otra vez una enorme pregunta en quien se topa con él, desafiándonos a ir hasta el fondo de todas las cosas. Del mismo modo que sucedió ese domingo en ese encuentro: un par de horas completamente conquistados por un hombre que, aunque murió hace más de medio siglo, habla de nosotros como si nos conociera.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón