Cuando a finales de junio terminé de traducir al español el libro-catálogo de la exposición Es Cristo quien vive en ti. Dostoievski. La imagen del mundo y del hombre: el icono y el cuadro, realizada para la XXXIII edición del Meeting de Rímini, no tuve la impresión de que era solo un trabajo bonito e interesante, más bien percibí que, a través de aquellas palabras, algo se había movido dentro de mí, sentí germinar en mí, casi como una explosión, el deseo de ser lo que en ellas se describía: un verdadero cristiano. Tenía la impresión de que el corazón había empezado a latir con un ritmo diferente, como si alguien, “desde dentro” llamara insistente, pero pacientemente, en cada uno de sus latidos. Y supe que, si abría la puerta, entraría algo potentemente nuevo.
Poco a poco, la exposición fue tomando cuerpo y, finalmente, abrió sus puertas con el Meeting, el 19 de agosto. Y, ciertamente, no defraudó la intuición del inicio.
«Esperaos un camino»
Durante una semana entera hemos recorrido innumerables veces las ocho salas que formaban la exposición; de la mano de Tatiana Kasatkina y de los ojos de Dostoievski hemos aprendido a mirar lo que nos rodea atravesando la superficie más inmediata, los “sedimentos de barbarie” que tantas veces nos asustan y nos repelen, para empezar a descubrir que, verdaderamente, “la vida es un Paraíso y la llave [que es la Cruz] la tenemos nosotros”. Como Cristo a los discípulos de Emaús, Dostoievski nos ha acompañado en el camino, explicándonos –mientras nosotros mismos lo hacíamos a los más de 10000 visitantes que han pasado por la exposición- las palabras y las imágenes, haciendo arder nuestro corazón a medida que empezábamos a reconocer, casi inconscientemente, el acontecimiento que estábamos viviendo. Ha sido evidente en la experiencia de tantos de nosotros, como reflejaban las intervenciones en las reuniones que, al final de algunas de las jornadas, teníamos con Tatiana para presentar las dificultades o sencillamente lo que estábamos viviendo. El primero de estos encuentros estuvo dominado por preguntas organizativas, técnicas o de contenido de los paneles, en las que, sobre todo, se reflejaba una preocupación por “hacer bien el trabajo”, por “comprender más el planteamiento” o por “estar a la altura de las circunstancias”. Por el contrario, la última reunión fue una cascada de testimonios, de corazones cambiados, de una mirada nueva sobre la realidad aprendida en el trabajo de la semana, pero que no se limitaba a las salas de la exposición o a sus visitantes, sino que se filtraba en el modo de mirar la propia vida, el uso del dinero, la relación con los amigos, el significado del propio trabajo, etc.
El icono y el cuadro
La exposición es el fruto del trabajo que, durante año y medio, han realizado algunos profesores y estudiantes – rusos e italianos – junto a Tatiana. La mayoría de estos estudiantes ha formado parte del grupo de guías de la exposición durante el Meeting. Y esto era ya un espectáculo en sí mismo. Entre los cincuenta voluntarios de la exposición, se encontraban 13 rusos, una lituana y un ucraniano. La mayoría de ellos no hablaban italiano y era la primera vez que pisaban el Meeting. Algunos hacían visitas guiadas en inglés, francés o alemán y aquellos que no sabían otra lengua, las hacían en ruso, con traducción en italiano, que hacía alguno de sus compañeros. En los “ratos libres” estudiaban sin cesar el catálogo para poder explicarse mejor en la próxima visita y, cuando acababan su turno, asistían a alguno de los encuentros o visitaban otra exposición, acompañados siempre de sus amigos-traductores. Ninguna diferencia que bloqueara las relaciones, ningún “choque de culturas”, sino dos partes de una misma tradición – la tradición cristiana – que, como el icono y el cuadro, se encuentran y se miran el uno al otro, para poder comprenderse a sí mismos, permitiendo, con su sencilla adhesión, que la Iglesia –como el templo construido en la última de las secciones – respirara de nuevo con sus dos pulmones.
«Es Cristo quien vive en ti»
Por la exposición han pasado rectores de universidades, obispos, cardenales, periodistas, pero también niños, jóvenes y adultos de las más diversas procedencias y profesiones. Muchos de ellos han aprendido más sobre la literatura de Dostoievski, o sobre el arte oriental y occidental; otros, quizás, se han ido con las manos vacías porque, esperando algo distinto no han prestado atención –como ilustraba el icono de Adán ante las puertas cerradas del Paraíso- a lo que se les ofrecía; otros, muchos, han llorado de agradecimiento porque han comprendido Quién era el que –a lo mejor desde hacía mucho tiempo- llamaba insistentemente a las puertas de su corazón y han experimentado el deseo de abrirlas: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20).
El Meeting 2012 concluyó el 25 de agosto; no así el trabajo de la exposición (que en una versión reducida tiene ya citas en distintos lugares de Rusia, Ucrania y Kazajistan y está abierta siempre a otras posibilidades) y el nuestro, porque este cambio de mentalidad al que hemos sido invitados es el trabajo de la vida, como nos recuerda siempre Julián Carrón; durante unos días, Dostoievski nos ha “prestado sus ojos” para empezar a mirar, pero ahora, cada uno de nosotros, está llamado a utilizar los suyos, a desarrollar en plenitud esta mirada propia de todo cristiano que nos hará comprender que «la vida entera es un paraíso y todos nosotros estamos en el paraíso, la cuestión es que no queremos saberlo, porque si lo quisiéramos reconocer, la tierra entera se convertiría mañana mismo en un paraíso» (Los hermanos Karamazov).
El catálogo está disponible en español en la editorial Ítaca.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón