Por primera vez en su historia la archidiócesis de Madrid es titular de una universidad dedicada a las ciencias eclesiásticas. La reacción, “agradecimiento profundo al Papa, quien, a través del trabajo muy cercano y atento de la Congregación para la Educación Católica, ha llevado a cumplimiento este proceso institucional, que además coincide con la llegada de Benedicto XVI a Madrid para la JMJ, lo cual nos llena de alegría”. Son las primeras palabras de don Javier Prades, delegado del Gran Canciller –el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela– para las Instituciones Académicas San Dámaso, ahora convertidas en Universidad Eclesiástica. La presentación oficial de la institución será el próximo octubre, con el inicio del nuevo curso. Durante el anterior ha acogido en sus aulas a más de mil alumnos (más de la mitad en Teología), si bien –como precisa don Javier Prades a L'Osservatore Romano– se suman otros 650 alumnos de entidades que también dependen de esta realidad universitaria: el Instituto de Estudios teológicos de Toledo, los seminarios de Córdoba, Granada, Huesca y Tarazona, los trapenses de España y los seminarios de Armenia (Colombia) y Benguela (Angola), así como los Institutos de Ciencias Religiosas de Toledo y de Córdoba.
¿Cómo se ha gestado la Universidad Eclesiástica San Dámaso?
Su origen lejano es el Estudio Teológico del Seminario de Madrid que, evolucionando, en 1996 se convirtió en la Facultad de Teología San Dámaso. Con el paso de los años se erigen también la Facultad de Filosofía, el Instituto de Derecho canónico y más recientemente la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica –heredera del antiguo Instituto Diocesano de Filología San Justino–. A principios de 2011 el Instituto de Derecho canónico se convirtió en Facultad. Se pidió a continuación a la Santa Sede que constituyera, con estas cuatro Facultades y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas –que depende de la Facultad de Teología–, una realidad universitaria única. Es la petición que se ha concedido ahora. Quedan unidas en una institución única, la Universidad Eclesiástica San Dámaso, que mantiene su misma sede en Madrid.
Igual que mantiene y, si cabe, refuerza su vocación.
Así es. Es una Universidad Eclesiástica, por lo tanto, destinada al cultivo de las disciplinas eclesiásticas –aquellas que más directamente están al servicio del estudio de la Revelación–; prioriza, además, la preocupación por la formación de sacerdotes, de candidatos al sacerdocio, de la vida religiosa y de los laicos cristianos interesados en estas materias; en tercer lugar, es muy importante la finalidad de diálogo con la cultura contemporánea, sobre todo a partir del esfuerzo de investigación y de publicación de los profesores y de la formación de los alumnos en el máster y en el doctorado –en todas las Facultades–, de manera que nuestro diálogo con la cultura y con la realidad social se realice a partir de la contribución original que podemos proporcionar.
De “Instituciones académicas San Dámaso” a Universidad Eclesiástica. ¿Qué cambios implica “ad intra” y “ad extra”, tanto en la comunidad académica como en su relación con la sociedad civil?
Ad intra supone una organización académica unitaria de la que carecíamos. Ahora todas las Facultades se integran, con órganos de gobierno comunes. Se facilita así, y se profundiza, la vida académica cotidiana al servicio de lo más importante: el trabajo docente e investigador de los profesores, la formación de los alumnos y el trabajo del personal no docente. Es una condición más favorable, más orgánica, para que estos centros cumplan su tarea. Y ad extra tal unidad institucional simplificará la colaboración con otras instituciones universitarias, la realización de convenios, de intercambios, de acuerdos de colaboración entre profesores, etcétera. De esta forma, la archidiócesis de Madrid tiene por primera vez en su historia una universidad de la que es titular, dedicada a las ciencias eclesiásticas y capaz de diálogo teológico, filosófico, filológico y jurídico con una sociedad como la española en un momento en que es fundamental que se pueda dar este diálogo entre la fe y la cultura, diálogo al que nos invita el Papa continuamente.
Universidad “eclesiástica”: un adjetivo que explica su misión. Pero se trata de una institución que alcanza el mismo nivel que el resto de universidades.
El adjetivo “eclesiástico” es una exigencia de la Constitución apostólica Sapientia christiana. Designa a aquellas universidades de la Iglesia que se centran en las disciplinas eclesiásticas. Esto las diferencia, por ejemplo, de las universidades católicas, que tienen también facultades sobre disciplinas civiles. La Universidad eclesiástica presta un servicio eclesial de primera magnitud en la formación de sacerdotes, seminaristas y religiosos. Además tiene una voz en la ciudad, en el mundo universitario, en el marco del espacio europeo según Bolonia. En ese sentido, tendremos la posibilidad de participar de aquellos aspectos beneficiosos que permite, como, por ejemplo, el reconocimiento civil de los títulos, la denominación y características de las titulaciones que prevé el espacio europeo de educación superior, etcétera.
¿Cuál es el perfil del alumnado de “San Dámaso”?
Se trata más bien estudiantes jóvenes, y gracias a Dios numerosos, en buena parte seminaristas o miembros de comunidades religiosas. Evidentemente en el Instituto de Ciencias Religiosas hay una presencia significativa de laicos. Históricamente la mayoría de nuestros estudiantes era de Madrid, dado nuestro origen. Pero en los últimos años se está dando un cambio muy interesante: en el segundo y tercer ciclo (licenciatura y doctorado) están llegando muchos alumnos de otros lugares de España y de América Latina, de África y algunos de Asia. La universidad, en este sentido, nace con una vocación misionera al servicio también de las Iglesias del tercer mundo.
Fue el 28 de junio cuando el Gran Canciller de las Instituciones académicas “San Dámaso” –el cardenal Rouco Varela–, informó de la erección de la Universidad Eclesiástica, por decreto de la Congregación para la Educación Católica. Un anuncio que hizo durante la conferencia de prensa sobre la inminente Jornada Mundial de la Juventud, en la Oficina de Información de la Santa Sede. ¿Enlazó el purpurado estas dos dimensiones tal vez como una invitación implícita a los jóvenes?
Lógicamente los eventos coincidieron muy bien, y creo que existe un vínculo de fondo: nuestra actividad universitaria tiene como horizonte la nueva evangelización. Que no es simplemente un arreglo de fachada ni pequeños cambios superficiales en el modo de evangelizar. Se trata de entrar en las grandes cuestiones que la sociedad secularizada de occidente plantea hoy a la presencia de la Iglesia. El hecho de que nuestra Universidad profundice y se mida hoy con tales desafíos creo que es una contribución muy importante a la nueva evangelización, y en ese sentido el anuncio durante una rueda de prensa dedicada a la JMJ es muy simbólico: expresa también la vocación de “San Dámaso” a servir en primera línea a la evangelización.
Publicado en L'Osservatore Romano
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