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Un viaje que es solo el principio

14/03/2017

Tres mil seiscientos estudiantes procedentes de toda Italia se dieron cita en el Palacio de Congresos de Florencia, del 2 al 4 de marzo, para participar en la XVI edición de los Coloquios Florentinos. Un itinerario que comienza en las aulas, cada año dedicado a un autor diferente, y que culmina, este año con Pirandello, en un ciclo de seminarios y encuentros al más alto nivel donde hay premios para los mejores trabajos. Un grupo de chavales narran lo que han vivido: la preparación, el viaje, tres días en la Toscana, y el nuevo inicio que les espera.

27 de febrero. Las maletas
Son las cuatro de la tarde. Una última revisión, la enésima. Ya estamos listos, nos sentimos eufóricos. Somos 36 jóvenes, cada uno con su máscara blanca y el folio con la cita de Pirandello que nos corresponde leer. Mejor dicho, interpretar, con ayuda de la profe. Solo falta esperar la llegada de los padres, con cierta ansiedad. Una vez que todos se han sentado, entramos en el Aula Magna del instituto. Nos colocamos en dos filas paralelas, empieza la música, nos levantamos y nos quitamos la máscara. Entonces, uno por uno, después de leer cada uno su cita, nos dirigimos al público y entregamos nuestras obras a los padres.
Una chica, Chiara, lee un discurso de agradecimiento dirigido no solo a las familias sino también a nuestra profesora, que nunca dejó de creer en nosotros. Luego, Francesco recita un monólogo de Enrique IV, la famosa obra de Pirandello. Volvemos a casa conmovidos. ¡Tenemos que preparar las maletas para el día siguiente! Sin duda, llevaremos dentro las emociones que hemos vivido esta tarde.

28 febrero - 1 marzo. El viaje
¡Hoy nos vamos! Parece extraño decirlo, casi no nos lo creemos, pero el largo viaje que hemos hecho estos meses entre los textos de Pirandello está a punto de culminar con otro viaje, esta vez real, que nos llevará hasta Florencia para sumergirnos en una atmósfera propicia para encontrarnos con este autor, aún más de lo que lo hemos hecho en estos meses de preparación. Nos esperan tres días de clases y seminarios sobre Pirandello que estamos seguros de que nos enriquecerán y dejarán en nosotros algo grande. Y que nos servirá ahora y en adelante para entender mejor el mundo que nos rodea y a nosotros mismos.

Esta mañana hemos ido al instituto, había clase normal. Pero nada más llegar a casa nos hemos puesto a revisar las maletas para controlar que no faltaba nada y hemos cerrado los últimos flecos en un clima de frenética agitación. Nos hemos reunido y hemos subido al autobús con nuestro cargamento de ropa, accesorios, preguntas y deseos. Dos horas de canciones de fútbol, de iglesia y estrepitosas versiones en inglés que habrán hecho chirriar las orejas del pobre conductor que nos llevaba al puerto. Muchos vamos disfrazados por el carnaval: piratas, futbolistas, animales, militares, mariachis... La imagen no tiene precio.

En el barco, entre las olas y la emoción, muchos no han podido dormir. Por la mañana, ¡llegamos a la Toscana! Es nuestro primer día, víspera del comienzo de los Coloquios Florentinos. Primero una excursión en Pisa, luego Florencia, un reconocimiento por las salas de los Uffizi y las calles de la ciudad, y la adrenalina que no deja de subir, deseosos como estamos de hacer nuestro cada instante.

2 marzo. Nos ponemos serios
El primer día siempre es el más delicado y el más esperado. Hemos oído muchas cosas de esta experiencia a otros que ya la han vivido, pero las palabras poco importan en medio de una multitud que se aglomera a la entrada. Enseguida percibimos que estamos donde debíamos estar y no vemos la hora en que aquello empiece de verdad.

8.30h. Inscripciones. Los profesores preparan y ultiman los detalles finales antes de entregar las tarjetas con las indicaciones de los pabellones a los que tendremos que dirigirnos estos días.

Mañana del primer día, pabellón Cavaniglia: ¡no podíamos empezar mejor! Es la sala más grande, para más de dos mil personas. Y podremos seguir las intervenciones en vivo, mientras que en las demás salas se siguen por pantallas.
Nos reciben los jóvenes voluntarios que, con gentileza y una gran organización, nos señalan nuestros puestos. Cae el silencio y todos nos preparamos para recibir la bienvenida del profesor Gilberto Baroni, un histórico de estos Coloquios. Nos quedamos sin palabras. Sentimos que pertenecemos a este ambiente y no queremos dejarlo nunca.

Empezamos: primero, la introducción. No será alguien desconocido quien la haga, sino nuestra profe, Mariantonietta Galizia. ¡Qué emoción! Conocemos el esfuerzo y el trabajo que hay detrás. Y nosotros estamos aquí, dispuestos a darle estima y seguridad con nuestra mirada, intentando que no se note la ansiedad que, como a ella, nos azota también a nosotros. «Tú para mí eres una maravilla: la maravilla con que nuestros ojos, a través de los de los personajes de Pirandello, miran la realidad que nos rodea, que nos desvela de repente nuestra alma, más allá de la apariencia, más allá del riesgo de caer en una rutina que apague nuestra capacidad de maravillarnos... Descubrir con una ligereza reflexiva que dentro de nosotros hay un alma, que en ella palpita un demonio y que por encima de nosotros, por encima de nuestro techo, de nuestro frágil cielo de papel, hay un cielo de luna y estrellas». Un aplauso pone el punto final a la intervención. El corazón late con fuerza y los ojos no son capaces de contener la emoción.

Llega el momento de la primera de las dos intervenciones de la mañana. Empieza el profesor Carmine Di Martino, filósofo en la Universidad Estatal de Milán. A partir de El difunto Matías Pascal, analiza y presenta la figura de Pirandello como escritor-filósofo que nos lleva a buscar una expresión auténtica, haciendo caer las máscaras y formas que otros nos imponen. Hay que ser con los demás igual que somos con nosotros mismos, haciendo que emerja siempre nuestro yo, que nos hace únicos. Pero todo ello sin olvidar que el hombre siempre se considera más importante de lo que es.

Llevamos pocas horas de congreso y ya hemos entendido por qué esta experiencia es irrepetible. Veinte minutos de pausa para tomar un poco el aire fuera del pabellón y comentar lo que acabamos de presenciar. Luego volvemos a entrar para la segunda intervención. Toma la palabra el profesor y escritor Alessandro D'Avenia. Inmediatamente notamos que estamos delante de una persona que no ama demasiado el método convencional de enseñar a los autores con hechos de su vida, su muerte, sus milagros y, quizás, algún extracto de su obra. D'Avenia dice que no soporta los libros que se centran en conceptos abstractos más que en el significado auténtico de la obra, un revoltijo de nociones que solo valen para hacer un test. Habla de la belleza de la vida y de lo importante que es la mirada. De hecho, la vida, incluso en el sufrimiento, dice que es hermosa. Pero nosotros, para vivirla hasta el fondo, tenemos que dejarla "libre y desnuda". Así que es necesario quitarse las máscaras y liberarse del personaje que en cierto modo a menudo llevamos encima. No es fácil, pero hay momentos en que te descubres delante de la mirada gratuita de una persona amada, que no espera de ti nada a cambio, donde nos encontramos con nosotros mismos y nos "despojamos".

Palabras que no dejarán de resonar en nuestro interior, pero llega la pausa para comer.

14h. Empieza el seminario de la tarde, guiado por el profesor Baroni y nuestra profesora Galizia. Volvemos al salón y empieza el debate entre los estudiantes. El punto de partida son dos preguntas que han surgido en los trabajos de preparación de estos meses. ¿Los personajes de Pirandello tienen una mirada de apertura a la realidad y positividad, o de cerrazón? ¿Se esconden tras una máscara, o no? La discusión es acalorada. «El mayor problema no es la búsqueda de la felicidad. Cada personaje del autor la vive en el fondo, aunque angustiosa y que se alarga hasta el infinito. No hay un momento particular en que se llegue a la felicidad, sino que se alcanza de manera gradual y duradera. La cuestión es comprender si eso basta para salvar a los protagonistas. Adriana Paggi, protagonista de El viaje, toca por un "instante eterno" la felicidad, y le basta. La enfermedad la consume pero muere consciente de haber probado ese "gusto de la vida", un sentimiento profundo e inconfundible. La suerte de los personajes pirandellianos no basta para eliminar ese momento perpetuo». Este fue el corazón de la intervención de una chica de Padua, donde se puede ver la belleza de estos Coloquios, del diálogo entre nosotros que es posible al encontrarnos con un autor y al encontrarnos nosotros mismos, a pesar de todas las diferencias que pueda haber entre nosotros.

16.30h. Después de presentar algunos trabajos en la sección de "arte", nos preparamos para disfrutar de Florencia. Como primer día, no podía haber ido mejor. Esperamos con ansia que llegue mañana para volver a vivir las emociones de esta primera jornada, con esta magia que solo aquí se respira.

3 - 4 marzo. Vuelta a casa
La adrenalina del inicio se ha ido relajando, pero no se puede decir lo mismo del entusiasmo ni de nuestro deseo. Es evidente que la carga emotiva que está suponiendo esto para nosotros y para los otros 3.600 chavales que están aquí no nos abandonará fácilmente.
Esta magia florentina ilumina todo lo que normalmente los jóvenes -por banalidad, superficialidad o simplemente inconsciencia- ignoramos o infravaloramos. Aquí la literatura toma vida, se hace nuestra y se corresponde con una realidad que no tiene tiempo ni espacio. Y con ella todas las asignaturas. Las lecciones del viernes por la mañana con Pietro Gibellini, profesor de la Universidad Ca'Foscari en Venecia, y el cineasta Pietro Sarubbi se muestran como la enésima confirmación de esta regla no escrita de los Coloquios.

Gibellini nos describe el drama humano observándolo desde la perspectiva de las tragedias antiguas, pasando después por la filosofía del XVII para llegar al drama propio de los personajes de Pirandello, sobre todo Matías Pascal. Sarubbi, por su parte, toma entre sus manos las redes de la "cotidianidad" teatral para mostrarnos, una vez más, la cercanía entre lo que estudiamos y lo que somos. Los personajes "en busca de autor" tienen esa sed de autenticidad que debería ser también la nuestra. La segunda mañana termina con una invitación a vivir la vida y las ambiciones -grandes y pequeñas- como una obra maestra al alcance de todos nosotros. Siguiendo la huella de este desafío, los seminarios de la tarde retoman las ideas de conciencia, moral y autenticidad. Son muchos los que se ponen en juego, tantos que no hay tiempo para que puedan intervenir todos. Resulta evidente la belleza de sentirse unidos en esta búsqueda que nunca llegará a su fin.

La última noche nos espera una última asamblea, con los tan esperados premios. Si hay algo que nos ha llamado la atención es sin duda la atmósfera del sábado por la mañana. El cansancio, que ya se hace notar, pasa totalmente a un segundo plano y vuelve la adrenalina esperando oír el nombre de los premiados, a ver si son conocidos, a ver si incluso es el nuestro, o simplemente ver las caras incrédulas de quien oiga pronunciar su nombre. Parece que no hay nada que nos distinga a unos de otros pues todos nos hemos esforzado mucho en los trabajos que hemos presentado y, gane quien gane, ese premio será en cierto modo para todos.

Las conclusiones del director de los Coloquios, el profesor Pietro Baroni, nos devuelven la dimensión exacta de lo que hemos vivido: «La verdad de Pirandello es que necesito del otro para existir y para tener conciencia de mí mismo, necesito una mirada que me salve». ¡Y aquí hay nada menos que 3.600 "otros"! El premio, los aplausos infinitos, las manos enrojecidas y doloridas por batirlas con tanta fuerza, los ojos buscando de una esquina a otra de la sala dónde estarán los ganadores, y por último los agradecimientos... y una sensación nueva: una nostalgia por la idea de volver a vivir la cotidianidad, pero al mismo tiempo la sorpresa de sentir una extraña felicidad que no nos permitirá abandonar fácilmente lo que hemos vivido en el Palacio de Congresos de Florencia.

Los Coloquios no pueden acabar aquí. Esa mirada con la que todo empezó, que se ha ido renovando a lo largo de estos tres días, no puede ser otra cosa que el enésimo nuevo inicio.
Francesca, Eleonora, Francesco, Sara, Adele, Maria Giovanna, Alessio, Annalisa, alumnos del Liceo Clásico y Lingüístico Giorgio Asproni de Nuoro

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