1. El pasado 1 de noviembre nos despertábamos con la triste noticia de la muerte de una compañera de instituto de nuestro municipio de San Martín de la Vega por causa del alcohol. La muerte de Laura es infinitamente provocadora. ¿Por qué es más atractivo beberse a palo seco una botella hasta caer fulminado que otra cosa?
Seguro que son muchas las razones, pero mirando la propia experiencia descubrimos algunas de ellas. Nos preguntamos dichas razones porque sabemos que a «la solución a los problemas que la vida plantea cada día, no se llega afrontando directamente los problemas, sino profundizando en la naturaleza del sujeto que los afronta». Hay algo dentro de nosotros que nos empuja a conocer cosas nuevas, tenemos un deseo muy grande de que nuestra vida tenga valor, no queremos pasar desapercibidos en esta vida. Ser importantes, estimados, preferidos es el motor de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Pero a veces es muy caro el precio que hay que pagar para conseguir el puesto que queremos en el ambiente que nos rodea. Aparentar lo que no somos, hacer cosas que no queremos, excesos... la lista ya la conocemos todos.
2. ¿Qué se puede hacer? Son muchas las opiniones que hemos visto cir-cular en nuestras conversaciones durante estos días. Más control en las calles, más actividades de ocio y deporte, más información... Pero, ¿no tenemos ya todo esto a la mano? ¿Es solo una cuestión de intensificarlo? ¿Será suficiente? ¿Estas propuestas responden realmente a nuestra necesidad? ¿Qué tienen que ver todas esas propuestas con el deseo de ser estimados y valorados como algo único e irrepetible en el mundo?
Hay algunas cosas que tenemos claras:
a) No renunciar, por nada del mundo, al deseo de ser felices, de ser amados de ver-dad que nos constituye.
b) Que el cumplimiento de dicho deseo no tenga precio.
c) La necesidad de personas que se tomen en serio este deseo sin reducirlo a los "pequeños" deseos y decidan acompañarnos en esta aventura.
3. Pero inmediatamente nos surge una pregunta: ¿quién puede estar a la altura de este deseo de felicidad? ¿Quién está en condiciones de ponerse con gratuidad delante de nuestro deseo con la pretensión de colmarlo?
Muchas personas nos repiten que tenemos que ser nosotros mismos, tener personalidad, no dejarnos influir por lo que piensan los demás, etc. Pero, ¿cómo se hace eso? ¿Es suficiente solo con desearlo?
Entendemos que lo que nos hace ser nosotros mismos, ser auténticos, no nace de un esfuerzo o iniciativa nuestra, sino de encontrar personas que nos quieran de verdad, ante los que no tenemos que dar la talla para ser queridos, para los que el valor de nuestra vida no es un cálculo de éxitos y errores. Para los que nuestra sola existencia es un bien infinito.
Si yo tengo este amor, ¿para qué voy a hacer algo que no me llena solo por sentirme querida? ¡Ya tengo lo que buscaba en esa botella!
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