Después de pasar un par de horas en los campos de fútbol, les vemos llegar al lugar donde tendrán lugar las pruebas, charlando y bromeando entre ellos. Parecen niños como los demás, entre 10 y 14 años, pero viven una experiencia insólita para muchos de sus coetáneos. Son los Pueri Cantores, las voces blancas de la Capilla Musical Pontificia, llamada «Sixtina» en honor al Papa Sixto IV, que en 1471 la rehabilitó para convertirla en el coro personal del sucesor de Pedro. Está formada por adultos, que son los tenores, barítonos y bajos, y por niños que cubren las voces de sopranos y contraltos.
Los futuros Pueri se acercan a su itinerario del tercer curso elemental: durante todo el año pueden hacer audiciones y, una vez superadas las pruebas, participar en la selección final (www.cappellamusicalepontificia.va). De los casi seiscientos aspirantes a cantores que se presentan en el territorio romano, doce son los elegidos, la mayoría de los cuales carecen de conocimientos musicales, por lo que esta será la materia de las clases preparatorias. En cuarto elemental, por su parte, se realiza un estudio de base, después del cual los chavales idóneos entran definitivamente en el Coro. Durante cinco años, desde cuarto de elemental hasta tercero de enseñanzas medias, participan en la Schola Puerorum de la Capilla Sixtina, legalmente reconocida por el Estado italiano, que convalida los estudios realizados aquí durante los tres años de enseñanza media. Esta escuela puede acoger hasta sesenta niños, que pueden conjugar la educación oficial ordinaria con clases de teoría musical, solfeo, piano y técnica vocal. A cada niño, la Santa Sede le ofrece una beca de estudio que incluye las tasas escolares y los libros de texto, para que cualquiera pueda tener la oportunidad, independientemente de sus condiciones económicas.
Ahora las clases han terminado, pero los alumnos siguen preparándose a diario para las últimas celebraciones que tendrán con el Papa Francisco. Por eso, en lugar de las habituales clases de italiano, inglés y geografía, se ha organizado un centro estival, de modo que los niños, entre una prueba y otra, puedan jugar y empezar a saborear la llegada de las vacaciones.
Formar parte del Coro del Papa exige constancia y compromiso y, después de un año en el que el cambio de pontífice ha contribuido a aumentar considerablemente la agenda de la Capilla, los Pueri Cantores empiezan también ellos a acusar el cansancio. «Es duro, pero la fatiga nunca prevalece», dice Stefano, con una seguridad que impresiona cuando piensas que es un chaval que acaba de terminar el primer curso de enseñanza media. Aunque cuando le ves bromeando con sus compañeros, te das cuenta de que lo que dice es verdad.
Ante la pregunta de cómo es cantar para el Papa, sus rostros se iluminan mientras responden con un «¡bello!», sencillo y sincero. Un grupo de jóvenes nos cuentan entusiasmado los viajes que han hecho con el Coro a Leipzig y Dresde, y nos hablan de los nervios que sienten cuando tienen que hacer de solistas durante algunas celebraciones. A Mateo, que el próximo mes de septiembre empezará primero de enseñanzas medias, le pasa a menudo: «Es muy emocionante, pero también da un poco de miedo». «A veces te gustaría salir corriendo», añade Stefano entre risas, pensando en una prueba que le parecía imposible de afrontar y que sin embargo consiguió superar. Entre ellos existe un afecto sincero por el Papa, nostalgia de Benedicto y alegría por Francisco. Están orgullosos de ser su coro y de tener, como les gusta repetir, cada año el privilegio de hacerse una foto junto al Pontífice.
Les une una amistad fuerte y sincera, que no sólo nace de la estrecha convivencia entre ellos, sino también de su pertenencia a una institución de la que perciben su importancia y responsabilidad. A la pregunta de cómo les ha ido con los exámenes finales, Mateo responde en nombre de todos: «Bien, hemos aprobado todos». Para ellos es importante conseguir las cosas juntos, antes aún que destacar ciertos resultados personales más o menos brillantes.
El fuerte vínculo que se establece entre ellos viene confirmado también por el Maestro de repertorio, Josep Solé, que afirma que no sólo se limita a los años del Coro. «Los chicos siguen buscándose una vez que esta experiencia ha terminado. Verdaderamente, son un grupo precioso». El administrador de la Capilla Musical, Michelangelo Nardella, quiere destacar la importancia formativa de estos cinco años, hasta el punto de que algunos de los Pueri deciden después continuar en el estudio y la actividad musical. Pero podemos pensar también que quien elija ser arquitecto o mecánico no podrá dejar de sonreír recordando cuando cantaba en el Coro del Papa.
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