Son casi las seis de la tarde del sábado 20 de mayo. Desde el aeropuerto nos dirigimos en taxi al centro de Brno, capital de Moravia, en la República Checa. Nuestra guía, Zuzana, de 29 años, graduada en Historia de la Arquitectura, casi nos pide perdón. «Todos nuestros coches están ocupados atendiendo a los peregrinos». La peregrinación de la que habla aparece de pronto, atravesando la calle ordenadamente. En total son unas 400 personas de todas las edades, muchos de ellos jóvenes.
Así nos encontramos por primera vez junto a Emilia Guarnieri, como delegación del Meeting de Rímini, con uno de los más de quince “Meeting” en el exterior, el de Brno, que tiene su origen en la Marcha de la reconciliación, nacida en 2015 como ocasión de memoria y deseo de superación de los duros conflictos entre diversas etnias y que recorre en sentido contrario la vía dolorosa de la expulsión, una noche de primavera de 1945, de veinte mil mujeres, ancianos y niños alemanes que permanecían en la ciudad antes de la liberación por parte de las tropas soviéticas. Una marcha forzada, fruto del odio que había madurado durante siglos y que costó la vida de 1.700 personas. Esta marcha es un acontecimiento que toca evidentemente un punto muy delicado, una herida que aún no se ha cerrado del todo.
El Museo Mendel, antiguo convento agustino, es el punto de llegada de la peregrinación. Allí el abad Gregor puso las bases de la genética moderna. Pero también es el lugar donde el 31 de mayo de 1945 aquellos desafortunados alemanes fueron recogidos para su marcha forzosa. El nivel de oficialidad es máximo. Están el alcalde de la ciudad, el embajador austriaco, nietos de exiliados que explican la importancia de recorrer el mismo camino en sentido inverso. Todos en silencio con una vela encendida ante el monumento construido en piedra por el cincuenta aniversario del evento.
El mismo silencio encontramos al día siguiente en la iglesia de San Jaime. El Evangelio del día habla de amor y consuelo. Resuenan las palabras reconciliación, memoria, diálogo, acogida. No suenan nada abstractas, pero parece que aún hay mucho camino por recorrer.
En cambio el Meeting de Brno emprende este camino con creatividad y ligereza, saliendo al encuentro de las almas de esta ciudad de mil maneras. Más de cincuenta actos con música clásica, jazz, exposiciones fotográficas y de dibujo, arte contemporáneo, actividades para estudiantes (estamos en una ciudad universitaria), visitas guiadas y una sección amplia dedicada a la Brno judía. Nuestra guía, Zuzana, está emocionada porque por primera vez familias judías históricamente dispersas por varias partes del mundo se encontrarán aquí y será ella quien les acompañe en la visita a los lugares de sus orígenes.
“Unidad en la diversidad” es el lema de esta edición 2017. En un Meeting de geografía variable, con encuentros a nivel micro y macro por todas partes, donde uno de los temas claves es Europa. En el “Forum Europe: Inspiration for a New Europe”, en el patio del museo Moravská Galerie, que fue sede del gobierno de Moravia, se habla de qué puede llegar a ser Europa. En la mesa, los representantes de tres Meeting europeos. Junto a Guarnieri se sientan David Macek, vicepresidente y alma del Meeting Brno, y Gianluca Carlin, italiano de nacimiento pero ciudadano alemán, presidente del Meeting del Rin. También hay un invitado de honor que está previsto que este verano visite Rímini, Ján Figel', expresidente de la Democracia Cristiana eslovaca y enviado especial de la Unión Europea para la promoción de la libertad religiosa en el mundo.
¿Por qué empezar por Europa? «Por la necesidad de perdonarse por antiguas heridas entre checos, alemanes y judíos», explica Guarnieri, «han nacido relaciones reales entre estas personas y colaboraciones muy importantes con las instituciones. Decenas de familias judías procedentes de todo el mundo han participado en la Marcha de la Reconciliación. En un contexto como este, lo más realista es habla de Europa, porque Europa hoy no puede renacer como nostalgia de algo que ya no existe sino como pasión por los nuevos desafíos que tenemos por delante». Una nueva Europa, distinta, pero no menos Europa. «Igual que en tiempos de san Benito una nueva civilización nació de sus cenizas y sobre sus ruinas, a partir del encuentro entre pueblos distintos que un monje tuvo el valor de abrazar».
Un ejemplo es la historia del propio Gianluca, hijo y nieto de refugiados italianos que desde las ventanas de su casa veía la frontera yugoslava y todas las mañanas oía por la radio el balance de vidas humanas que se habían perdido al intentar cruzar la frontera. Hoy trabaja en Colonia, en un barrio donde conviven personas de 127 nacionalidades. «Mi identidad», explica Gianluca, «solo la descubro cuando me encuentro con el otro». En esta línea, Figel’ quiso retomar el lema del próximo Meeting riminés: «La libertad, la democracia, la libre convivencia, los grandes valores europeos ya no son gratuitos ni evidentes por sí mismos. Será necesaria una gran pasión y un gran sacrificio para ejercitar la memoria, hará falta una fuerte dosis de responsabilidad para volver a ganarse esta herencia, para nosotros y para los que vengan después de nosotros».
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