Hay tres tipos de personas que no huyen de una guerra: los que combaten, los que no pueden huir y los que se quedan para ayudar a los demás. Este es el caso de esta familia de Iraq. Él es médico y sus manos han curado a toda clase de heridos de guerra. También terroristas del ISIS.
«En 2014 llegó el ISIS. Todos huyeron de la llanura de Nínive pero nosotros decidimos permanecer. Yo soy médico y mi mujer maestra, y nos quedamos para servir a nuestra gente. Lo más difícil es convencer a mis compañeros para que operen a gente del ISIS. Ellos los miran como el enemigo pero yo trato de convencerles de que ese hombre es un ser humano. Por eso tenemos que ayudarles aunque la intervención dure dos o tres horas».
Pero mientras él ayuda a heridos y enfermos de todos los bandos, ella no se queda de brazos cruzados. En su casa acogieron a 50 refugiados. «Fue un poco difícil. En vez de cocinar para cuatro hubo que cocinar para 50. Les dejamos nuestra cama. Conseguimos colchones para los demás. Nos levantábamos pronto para comprar comida para toda esta gente. Llegaban de noche y sentíamos la necesidad de ayudarles, de darles de comer y una cama donde dormir».
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