La virulencia de algunos fenómenos, como en la actualidad el huracán Matthew, que deja ya una cifra provisional de casi un millar de fallecidos en Haití (877 muertos) y más de 350.000 personas necesitan ayuda humanitaria de forma inmediata, se ha recrudecido en los últimos años. Cuando Haití aún no se ha acabado de recuperar del terremoto que asoló buena parte del país en 2010 (más de 250.000 personas perdieron la vida y un millón de haitianos dependen de la ayuda humanitaria), las hambrunas y las epidemias de cólera persisten, así como miles de personas siguen desplazadas, Matthew ha venido a ahondar en la herida.
Lo cierto es que en Haití existen graves carencias que comienzan con la falta de un plan de prevención de desastres naturales y unas viviendas con estructuras débiles que no han podido soportar los vientos máximos sostenidos de 230 km por hora.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU cifra en 1,3 millones las personas afectadas directamente en Haití y más de 2.700 viviendas completamente destruidas. La capital de Grande Anse, Jéremie, está arrasada. En el suroeste y noroeste, muchos niños siguen en refugios donde tarda en llegar agua y comida, y algunos han tenido que beber de los charcos para poder sobrevivir, exponiéndose al cólera y otras enfermedades infecciosas.
Los daños se reportan con cuentagotas, las precarias carreteras cortadas y los caminos anegados hacen complicada la tarea de llegar a los equipos de emergencia para poder atender a las víctimas y proveer de primeros auxilios. Desde Haití, Jordi Bach, director de CESAL, nos alerta de las «serias dificultades que tenemos para llegar a los proyectos fronterizos con República Dominicana, región de Fonds Verretes y Ganthier, donde CESAL impulsa 16 intervenciones de desarrollo atendiendo a una población de más de 36.000 personas con proyectos de producción, soberanía alimentaria, educación y derechos humanos. En esta zona cientos de familias que han visto sus campos arrasados y que han perdido su hogar se refugian tras el paso del huracán».
Los equipos de CESAL en Haití y Dominicana empiezan a ofrecer la primera ayuda, en el caso del país haitiano con el objetivo de comenzar a abastecer de agua potable y distribuir kits de alimentos y emergencia, además de evaluando los daños causados que se anticipan cuantiosos.
En Dominicana, las principales dificultades se han producido en las zonas más vulnerables del país. Según Antonio Benete, director de CESAL Dominicana, «principalmente en el sur del país han sido muchos los daños producidos en Vicente Noble, población muy vinculada a España por la gran cantidad de emigrantes que han venido desde allí. En la zona este de Santo Domingo, los daños más acusados se han producido en los núcleos cercanos a los ríos, que han subido significativamente su caudal, provocando el desalojo de casas y graves daños materiales».
Allí el equipo de CESAL está coordinando junto a otras ONG el apoyo psicológico y social a las familias, no solo por el trauma creado, sino porque hay muchas familias que se han visto separadas. También está impulsando la formación preventiva sobre el uso del agua. Según Benete, «hace excesivo calor, existe mucho estancamiento de agua y mosquitos, lo que puede provocar que la situación se agrave por la aparición de enfermedades a causa del agua contaminada».
Para colaborar en la Emergencia Matthew:
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