El encuentro inaugural de la XXXVII edición del Meeting por la amistad entre los pueblos empezó con media hora de retraso. Emilia Guarnieri, presidenta de la Fundación Meeting, y Giorgio Vittadini, presidente de la Fundación por la Subsidiariedad, esperaron junto al público la entrada en el salón de Sergio Mattarella, presidente de la República italiana, que estaba visitando la exposición “El encuentro con el otro. Genio de la República. 1946-2016”.
Guarnieri dio inicio al acto con la lectura del mensaje del Papa Francisco. «Quiero dirigir un sentido agradecimiento al Santo Padre, que también este año ha querido indicarnos el camino a seguir. Nada como el lema del Meeting de este año resume la experiencia hecha con el tiempo, la certeza de que el otro es un bien para mí, para nosotros. El valor de cada persona consiste en el hecho de que existe». La presidenta del Meeting destacó el valor de la convivencia humana y, citando al presidente Mattarella, aludió al 2 de junio como fiesta de la libertad de elección.
Vittadini aludió a la celebración más importante de los setenta años de la República. ¿Qué nos enseña la historia? «Hoy estamos acostumbrados a una vida pública hecha de continuos desencuentros y deslegitimaciones. Pero no siempre ha sido así. En el origen de nuestra República había un camino alternativo, marcado por personas que no renunciaron a crear, sostener y dirigir, aun perteneciendo a culturas políticas distintas. La fuerza de aquellas clases dirigentes consistió en implicar al pueblo, permitiendo el compromiso de gente diferente en favor del bien común». El presidente de la Fundación por la Subsidiariedad indicó en este juicio la corrección que hoy necesita el país. «Desde los años noventa se introdujo en la cultura política una lógica paralizadora, a base de escepticismo y decepción, impidiendo la búsqueda del bien común». Si no recuperamos «la evidencia elemental de que el otro es un bien, será difícil salir de esta situación. Volver a encontrarnos, superando las dificultades ideológicas: este es el camino que queremos hacer y la contribución que queremos ofrecer a toda la sociedad italiana».
El primer mensaje del presidente se dirigió a los organizadores del Meeting y a los voluntarios: «Sois un recurso muy valioso para nuestra sociedad. Al daros las gracias quiero invitar a todos los jóvenes a moverse por una pasión, por un ideal. La República es joven y ha atravesado y superado muchas pruebas duras. Para seguir adelante necesitamos que los jóvenes sean protagonistas de su propia historia. Este factor vale más que cualquier indicador bursátil». El presidente analizó también la situación en que se encuentra la sociedad italiana. «Nuestra sociedad envejece y necesita dar espacio a la visión de los jóvenes, sin dejarse vencer por el miedo a los cambios, sino creando ante todo puentes, compartiendo beneficios y dificultades, derechos y deberes».
Citando explícitamente a don Giussani, el presidente vislumbró el punto crucial de la recuperación en la conciencia de que «el yo no es autosuficiente. Para realizarse necesita un “tú” que ponga de manifiesto la exigencia de convertirse en un “nosotros”. Aquí está la comunidad, la historia, la democracia. Sin un camino que lleva al nosotros, el yo se debilita. Por eso es tan importante reconocer el valor del diálogo, unir la amistad y la esperanza. El egoísmo no genera un rescate civil». Ese es el riesgo que se corre con la explosión de egoísmo a la que hemos asistido en estos meses y que deriva en la tentación del aislamiento. «En cambio, la Constitución nos obliga a trabajar para hacer más fuerte al pueblo italiano en su relación con una Europa que no siempre nos satisface, pero que no puede realizarse de otro modo. También en Europa el camino a recorrer es el de la humanidad, la seguridad y la acogida para combatir a los que quieren y provocan las guerras. Sin Europa, ningún país podrá afrontar por sí solo el problema de la inmigración. Debemos impedir que el miedo coarte nuestro futuro. Este es el mejor destino para nosotros y para nuestros jóvenes».
Después se sucedieron tres preguntas del público. Carlo, estudiante de Letras en la Universidad Católica de Milán, preguntó al presidente cuál es la verdadera contribución identitaria que puede ofrecer Italia. «Nuestro país -respondió- tiene una gran riqueza que es fruto de su historia y que va acompañada del mayor patrimonio artístico del mundo. En setenta años de vida se han producido fenómenos que han generado unidad, sobre todo la educación, pero también a televisión. Es cierto que esto ha llevado a una homogeneidad creciente que no debería eliminar las diferencias. Los desequilibrios hay que corregirlos, no cancelarlos. El sentido de unidad no puede ser celoso ni exclusivo. Pero también hace falta la unidad de Europa y del género humano. Italia tiene mucho que decir al mundo, tenemos un patrimonio importantísimo».
Davide, que también estudia Letras en la Católica, preguntó por los valores que reflejan hoy los grandes ideales que dieron vida a la República. «¿Qué puede unir hoy a un pueblo?». «En momentos históricos de cambio de época a veces se idealiza el presente. Los valores que permanecen son siempre los de la paz, la libertad y el crecimiento social. Perseguirlos sigue siendo un compromiso nada desdeñable».
La última en preguntar fue una estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Milán: «Los jóvenes a veces nos enquistamos en los problemas cotidianos como encontrar un empleo o una casa. ¿Qué nos pueden enseñar los setenta años de historia de la República?». Respuesta: «Los jóvenes se enfrentan a grandes dificultades que nos interpelan y exigen respuesta a todos nosotros. ¿Cómo recuperar la inventiva? Hay que conjugar visión y realismo, coraje e iniciativa. Crear condiciones favorables al desarrollo de las capacidades de las que disponen los jóvenes es tarea de las instituciones. Conjugar el trabajo de las instituciones y el coraje de los jóvenes tal vez sea el mayor problema que tenemos en nuestro país».
Entre las numerosas personalidades del ámbito político y cultural presentes en la sala se encontraba también Julián Carrón, que intervino al principio del acto para saludar al presidente Mattarella: «No sé qué palabras utilizar para darle las gracias por este gesto gratuito, no solo para nosotros sino para todos. Será un bien para todo el país. Deseamos custodiar sus palabras y poder ofrecer una contribución ante la responsabilidad que usted representa».
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