Decenas de muertos y heridos en Niza. Otro acto de terrorismo, el enésimo, después de París, Bruselas, Dacca... Nos hacen pensar en las palabras de Julián Carrón tras los atentados parisinos el pasado noviembre. Palabras que hoy resultan dramáticamente actuales.
«Ante nosotros se abre paso una evidencia: la vida de cada uno pende de un hilo, nos pueden matar en cualquier momento y en cualquier lugar, en el restaurante, en el estadio o durante un concierto. La posibilidad de una muerte violenta y feroz se ha convertido en una realidad también en nuestras ciudades. Por eso los hechos de París nos ponen frente a la pregunta decisiva: ¿por qué merece la pena vivir? Es una provocación que ninguno de nosotros puede evitar. Buscar una respuesta adecuada a la pregunta acerca del significado de nuestra vida es el único antídoto al miedo que nos asalta al ver la televisión en estos días, es el fundamento que ningún terror puede destruir».
«Pidamos al Señor poder afrontar este terrible desafío con los mismos sentimientos de Cristo, que no se dejó vencer por el miedo: “Él no devolvía el insulto cuando le insultaban; sufriendo no profería amenazas, sino que se entregaba al que juzga rectamente” (1 P 2,23). Con esta Presencia en la mirada podremos mirar incluso la muerte, empezando por la de los que han perdido la vida en París, ofreciendo a nuestros hijos una hipótesis de significado para estar en pie ante esta masacre y a cada uno de nosotros una razón para volver al trabajo el lunes por la mañana y seguir construyendo un mundo a la altura de nuestra humanidad, con la certeza de la esperanza que hay en nosotros».
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