«En el mar Mediterráneo no se pueden alzar muros», dice convencido el padre Pierbattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa, antes de empezar su conversación con Amel Nona, arzobispo caldeo de Mosul en el exilio, en el encuentro final del New York Encounter.
Las fotos de los graffiti en la iglesia de la Dormición en Jerusalén circulan por internet y todas las sospechas se dirigen al extremismo hebreo. Las relaciones entre las comunidades religiosas en Tierra Santa se complican. «Aquí nada es obvio. Los altibajos están a la orden del día», señala el padre Pizzaballa, que en los 16 años que lleva en la Custodia ha vivido crisis como el asedio militar israelí a la Basílica de la Natividad de Belén, en la que se habían atrincherado activistas palestinos. «Ahora las tensiones no deja de crecer, indudablemente, y no es fácil prever cuánto durará este endurecimiento. Todavía estamos en una fase muy confusa». Además, el contexto exterior a la ciudad y a la región sigue siendo dramático, como reconoce el Custodio.
«El Oriente Medio que conocemos ya no existe y el peor daño causado por la guerra en Siria es haber destruido los fundamentos de la convivencia social y toda confianza en el corazón de las personas. Reconstruir Siria será duro, será difícil y llevará mucho tiempo». Los conflictos internos del mundo islámico son por sí mismos muy complicados. «La confrontación entre chiítas y sunitas dura ya siglos y ahora añade otros contrastes, otras rivalidades, otras luchas de poder, como entre Irán y Arabia Saudí por la influencia geopolítica en el Golfo y por la supremacía en el mercado petrolífero».
Hará falta tiempo, insiste el padre Pizzaballa. Las prisas y el miedo pueden ser malos consejeros. Pero el miedo y la prisa por encontrar soluciones son los sentimientos que ahora predominan en la opinión pública europea ante las presiones que produce el terremoto medioriental, ante el terrorismo y las oleadas de refugiados e inmigrantes. «No podemos caer víctimas del pánico pero también se equivoca quien tienda a ignorar los problemas. Si alguien piensa que la solución es erigir nuevos muros en el Mediterráneo se equivoca, por es imposible».
¿Las acciones militares pueden ser una solución? «La guerra nunca es una solución. En casos extremos, el uso de la fuerza puede ser necesario, pero solo dentro de un enfoque integral a la superación de una situación crítica. Solo teniendo siempre muy presente que en Oriente Medio hay que pacificar y reconstruir».
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