Hace casi veinte años, unos jóvenes de la parroquia de San Jorge comenzaron a reunirse en los bajos de Azca, cerca del estadio Santiago Bernabéu, con el fin de repartir bocadillos a personas sin hogar, sobre todo a drogodependientes. Más tarde empezaron a acudir al poblado de Las Barranquillas y actualmente a la Cañada Real de Valdemingómez. Un voluntariado que sale al encuentro, como nos pide Monseñor Osoro, de los excluidos en poblados marginales. Este viernes, como es habitual, van a hacer también esta labor. Hablamos con el presidente de esta asociación, Bocatas, Jesús de Alba.
Veinte años ya, y tú desde el principio, saliendo a esas periferias sociales.
Sí, la verdad es que son veinte años y a mí si me lo contaran me quedaría sorprendido, pero somos un grupo de amigos que lo hace encantado, con la frescura del primer día y la positividad de saber que la vida va de esto, de ayudar a los demás, de dar un poco de tiempo, de dejar que entre el elemento de la gratuidad en las relaciones, eso es lo que puede hacer que vivamos en una sociedad mejor.
Tenéis un lema, "Pasión por el hombre", que tiene un significado muy especial para vosotros.
Efectivamente. No solo aprendemos cómo ayudar a los más necesitados de nuestra sociedad, a los pobres y drogodependientes, sino que también -y muy especialmente en la relación con ellos- uno se da cuenta de qué es lo esencial en el hombre, qué es lo que más necesita, lo que más desea. Y esto nos lo ha enseñado también Bocatas y esta caritativa durante estos veinte años. Eso hace que uno aprenda luego a relacionarse y a tener esta pasión por el hombre no solo en la caritativa sino en todos los ámbitos, en el trabajo, en la familia, en las relaciones.
¿Cuántos voluntarios sois y cómo es la dinámica habitual de los viernes?
Siempre hemos sido un grupo estable de unas 50-60 personas y yo siempre digo que como grupo de amigos, una de las mayores sorpresas que nos ha dado la vida es estos veinte años de Bocatas, porque nos han permitido conocer a centenares de personas. Es un sitio totalmente abierto donde puede venir gente de todo tipo, desde alumnos de amigos nuestros que son profesores o gente mayor. Hemos conocido grupos de amigos, amigos de amigos, etcétera. Como es cien por cien libre estar con nosotros, tanto ir como no ir, para nosotros como grupo de amigos ha sido la mayor riqueza que se nos ha dado. Lo que hacemos es empezar en una parroquia que está al oeste de Madrid, la parroquia de Santo Tomás. Solemos quedar en misa de ocho y luego salimos todos juntos hacia el poblado marginal. Allí hacemos un poco de comida, calentamos pasta, con lo que nos da el Banco de Alimentos, y repartimos la comida que tenemos.
Este es el gesto de origen, repartir comida, pero de ahí nace una cosa mucho más profunda, una relación con estas personas. Incluso algunos ex drogodependientes siguen con Bocatas como voluntarios.
Esas personas son lo que nosotros llamamos la joya de la corona de Bocatas. Son los que están luchando como jabatos por salir de un mundo que es de lo más duro que hay. Estos amigos nuestros hacen un esfuerzo realmente increíble, ingente, y nosotros estamos encantados de poder estar con ellos, de poder acompañarlos.
También habrá muchos que cuando llegáis ya os estén esperando. Muchos que habrán tocado fondo y que os esperan como los que les lleváis un poco de esperanza los viernes por la tarde.
Así es. El objetivo principal es tapar un pequeño agujero que hay en el mundo de la lucha contra la droga, que es siempre la relación personal con esta gente. Hay muchos medios, muchas casas de recuperación, muchos sitios, muchas clínicas, pero lo que no tenemos tan claro es que haya gente dispuesta a ofrecer una relación, una amistad. Queremos tapar en cierto modo este agujero que ellos tienen en su corazón.
Monseñor Osoro apoya vuestra labor porque coincide con ese ímpetu suyo por salir a las periferias.
Nosotros estamos felices con este obispo y este Papa que tenemos porque han entendido perfectamente que mucho de la Iglesia y del cristianismo se juega en las periferias de este mundo, y desde luego Valdemingómez es una de ellas porque es un sitio escondido de todos y de todo, y casi nadie trabaja allí. Y luego uno obtiene un retorno en su vida que es mucho más grande de lo que podemos dar.
¿Vais a celebrar de alguna forma especial estos veinte años?
Sin duda haremos una buena fiesta y unas camisetas para celebrar este evento, porque es algo que no sucede todos los días y es por pura gracia de Dios. Jamás hubiéramos pensado en esto ni como un proyecto ni como una voluntad propia continuar tantos años con esta actividad.
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