¿Jesús o Barrabás? ¿Morir en la cruz para dar una esperanza definitiva al corazón del hombre o luchar por una esperanza y una liberación aparentemente más fáciles, inmediatas, razonables, justas y obvias? Aquí reside, también hoy, el desafío de la libertad de los hombres que caminan a lo largo de la historia. Para los cristianos que luchan por sobrevivir en Oriente Medio y para los emprendedores, grandes y pequeños, que afrontan la crisis económica, igual que para los jóvenes y su deseo de construirse un futuro.
Se vuelve a plantear con fuerza la actualidad de la pregunta de Pilato al pueblo de Israel, y el encargado de hacerlo es el padre Pierbattista Pizzaballa, testigo de excepción del encuentro inaugural del Meeting de Rímini del pasado verano y protagonista, el pasado martes en Roma, del encuentro “El poder de la esperanza”, acto de presentación de la próxima edición. Junto al Custodio de Tierra Santa, Bernhard Scholz, presidente de la Compañía de las Obras, y Emilia Guarnieri, presidenta de la Fundación Meeting por la Amistad entre los Pueblos.
La provocación del padre Pizzaballa vuelve a nacer esta vez de su experiencia como cristiano y franciscano, llamado a compartir y custodiar el tortuoso camino de la cada vez más exigua comunidad cristiana medioriental: «¿Qué puede vencer el miedo, cómo se puede seguir esperando ante el cambio epocal que se está produciendo en Oriente Medio, una tierra de conflicto, cada vez más marcada por la violencia, la frustración, el abandono y la desorientación?». La respuesta llega de los muchos pequeños cireneos que habitan entre las ruinas de Alepo o en los pueblos sirios ocupados por los nuevos justicieros islámicos. Cireneos que tienen el rostro de los miles de jóvenes cristianos que este verano, en Alepo, desafiaron a los francotiradores y milicianos para juntarse y celebrar una jornada de oración común. O el de los campesinos de Knayeh, enclave cristiano al norte de Siria, controlado por Al Qaeda, que cada día arriesgan su vida porque para celebrar la Eucaristía usan vino, prohibido por el nuevo tribunal islámico, y porque no han destruido sino solo escondido los símbolos cristianos. «Ninguno de estos pobres campesinos ha estudiado teología», cuenta el padre Pizzaballa: «Pero saben muy bien quiénes son y cuál es su tarea. Asustados pero serenos, están decididos a quedarse allí. No niegan el mal, pero no están angustiados, están seguros de la presencia de Jesús. Están dispersos por toda Siria, pero no han dejado de existir. Su corazón sigue latiendo».
El padre Pizzaballa cita la literatura hebrea jasídica para parafrasear los versos del poeta Mario Luzi, “¿De qué es ausencia esta ausencia, corazón, que de repente te llena?”, que da título al Meeting 2015. «Un corazón íntegro es un corazón herido», late cuando siente que le falta algo, cuando está sediento, nunca saciado, afirma Pizzaballa: «Para un cristiano, haber encontrado a Aquel que colma esa ausencia significa tener un corazón aún más sediento».
De aquí nace la auténtica lucha para hacer el mundo mejor, más habitable, más justo, más hermoso. De aquí nacen la apertura y los vínculos, como señala Scholz en una breve panorámica de hechos y encuentros que tuvieron lugar este verano en el Recinto Ferial de Rímini, con empresarios y economistas dispuestos a poner sobre la mesa las razones más profundas de la crisis global que estamos viviendo: una crisis cultural y antropológica, antes que económica. El método para atravesarla, no como espectadores sino como protagonistas, y para crear desarrollo y no solo crecimiento económico, depende de la sinceridad con la que respondamos a una pregunta sencilla: ¿cuál es la naturaleza de la esperanza? O bien, traducido en términos evangélicos, elegir entre el camino fácil y reactivo, la “ganancia inmediata” de Barrabás, y el de la esperanza contra toda esperanza, capaz de dar sin esperar nada a cambio, el que Jesús indicó en la cruz.
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