Comienza el encuentro “Arqueología en Siria hoy en día: un proyecto por la paz” pero comienza verdaderamente con las palabras del nuncio apostólico de Damasco, monseñor Mario Zenari, en una video-entrevista para el Meeting. “Siria era un mosaico donde cada grupo tenía su función y donde la comunidad cristiana era muy querida y apreciada” y agrega que lo sigue siendo a día de hoy, en un llamamiento a los cristianos a permanecer en Siria. A estas palabras siguió el relato conmocionado de su visita a las iglesias destruidas de San Sergio y San Baco, del siglo IV, y el monasterio de Santa Tecla: “Visité Maalula la tarde de la Pascua y pensar en todas esas iglesias en el mundo que estaban tan adornadas, con flores, hería el corazón”.
Siria ha reunido en esta ocasión a dos arqueólogos, Paolo Matthiae y Giorgio Buccellati, viejos amigos del Meeting y a los responsables de preservar los monumentos, objetos y sitios que vieron surgir nuestra civilización europea. Su objetivo: llamar la atención sobre la necesidad de defender el maravilloso patrimonio cultural sirio como una forma de preservar un pasado común capaz de generar unidad y traer la paz. La amenaza la constituyen las bandas armadas saquean campos de trabajo arqueológico, los ejércitos se atrincheran en los edificios haciendo de ellos un blanco seguro y los ataques de los fundamentalistas empeñados en “eliminar la identidad del otro”.
Por un lado, el trabajo de Buccellati ha sido continuado con éxito por los locales de forma humilde pero eficaz, que también colaboraron con la confección de ropa que hacen llegar a Europa. Por otro lado, la defensa que hace de los bienes históricos del país el Departamento de Antigüedades de Siria. En esta tarea se han unido desde el director hasta los guardias encargados de vigilar los sitios en cuestión. Exponente del gran esfuerzo que están haciendo es el caso de un guardia que debe hacer un viaje de once horas para llegar a su puesto de trabajo y emplear la mitad de su sueldo en el coste del mismo a riesgo de ser asesinado por el hecho de trabajar en un organismo estatal, identificado con el gobierno de Assad.
Por último, el jesuita Zial Hilal, dedicado a una obra de educación e integración de jóvenes y familias, apeló al papel de la sociedad civil en la construcción de la paz. Un testimonio luminoso para concluir un encuentro en el que se pidió apoyo para el pueblo sirio y los tesoros de su cultura que están también en el origen de la nuestra.
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