Las autoridades egipcias han decidido prolongar un día la apertura de las urnas para la celebración de las elecciones presidenciales, que debían haber concluido el martes. Pero ese día la participación llegaba solo al 12%, un gran golpe para el antiguo jefe de las Fuerzas Armadas, Abdel Fattah El Sisi, el favorito de las encuestas. El ex general destituyó en julio al entonces presidente Mohamed Morsi, representante de los Hermanos Musulmanes, tras una serie de protestas que han provocado la muerte de casi 600 personas. Su único contrincante en las presidenciales es Hamdeen Sabahi, un político laico y demócrata, defensor de los derechos de las mujeres y de los cristianos, pero que no ha sido capaz de unir a los revolucionarios de la plaza Tahrir. Hablamos con Wael Farouq, intelectual egipcio y profesor de la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán.
¿Qué significa este desafío entre El-Sisi e Sabahi?
El verdadero dato del que debemos partir es la participación, que no supera el 15%. En el referéndum sobre la Constitución del pasado mes de enero la afluencia fue del 38,59%, la más elevada desde el referéndum del 19 de marzo de 2011, cuando fue del 41,9%. El dato de enero era muy significativo porque no era solo un voto a la nueva Constitución sino también contra los Hermanos Musulmanes. Esta semana, el lunes y el martes la afluencia ha sido mucho más baja, no solo respecto al referéndum constitucional sino también respecto a las presidenciales de 2012. Amplias capas de la población egipcia han decidido no votar al candidato favorito, Abdel Fattah El- Sisi, a causa de los errores cometidos por el gobierno de transición desde julio de 2013.
Sin embargo, parece que con toda probabilidad El-Sisi resultará vencedor. ¿Nos encaminamos hacia un nuevo régimen militar?
La baja afluencia nos dice que no será así, es un claro mensaje a El-Sisi: “No podéis hacer lo que queráis, pues hay gente dispuesta a apartaros del poder en menos de un año si hacéis lo mismo que Morsi y Mubarak”. Algunas filtraciones en prensa han llegado incluso a afirmar que El-Sisi no aceptará su elección como presidente con un porcentaje de votos tan bajo. El presidente de Egipto necesita un apoyo popular de verdad para llevar adelante sus políticas y guiar al país.
¿Por qué los que no están de acuerdo con El-Sisi se abstienen en vez de votar a Sabahi?
Muchos no han votado a Sabahi porque no comparten sus ideas socialistas. Después de tres años de votaciones y protestas en las calles, los egipcios están aprendiendo lo que es la democracia y están experimentando todas sus posibilidades. Para muchos Sabahi no representa su visión del futuro de Egipto. Otros inicialmente se habían hecho una idea muy positiva de El-Sisi, pero han cambiado de idea después de las detenciones por la ley de manifestaciones, la encarcelación de jóvenes revolucionarios y el recorte de los subsidios estatales para el gas y la energía.
¿Cómo valora la posición de los Hermanos Musulmanes en estas elecciones?
La web oficial del Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes, afirma que el 48% de los votantes son cristianos, contrarios al islam y favorables a El-Sisi por ser este último enemigo de la religión musulmana. Los islamistas han llegado a repartir manifiestos que atribuyen falsamente a Tawadros II, el Papa de los coptos ortodoxos, una frase según la cual Cristo se le habría aparecido para decir a los cristianos que voten a El-Sisi. Si mañana nos enteramos de que una iglesia en Egipto ha sido atacada o incendiada, ya sabremos por qué. Con esta propaganda continua contra los cristianos en Egipto por parte de los Hermanos Musulmanes, no podremos sorprendernos si se producen nuevos atentados.
El escritor egipcio Alaa Al-Aswany ha publicado un libro en el que se pregunta si “la revolución egipcia se ha equivocado”. ¿Cómo respondería usted a esta pregunta?
Lo que está sucediendo en Egipto es una realidad completamente nueva, pero se sigue intentando encuadrar forzadamente esta realidad en un modelo prefigurado. Me parece que es un grave error, el mismo nombre de la revolución, “Primavera árabe”, es un contrasentido porque en Egipto la primavera es la peor estación, la del bochorno y las tormentas de arena. Para responder a la pregunta de Al-Aswany hay que utilizar los instrumentos adecuados y encontrar un nuevo lenguaje. Hoy los egipcios están aprendiendo la democracia, y cada uno de los poderes institucionales se está dando cuenta de que no puede controlar el país por sí solo, sino que deben llegar a un acuerdo y alcanzar un compromiso común.
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