Para quien no lo conozca, este hombre se llama Mijail Gavriljuk. Se trata del hombre que fue capturado en febrero por las fuerzas del orden. Le han dado una paliza tremenda, le han despojado de sus ropas a veinte grados bajo cero y le han tenido durante algunas horas (desnudo) en el furgón patrulla, humillándolo y degradándolo... Pero él ha soportado todo con honor, sin ceder a la ira.
Ahora se está llevando a cabo el proceso judicial contra sus agresores. El principal acusado es un suboficial que podría ser condenado a 8 años de prisión. Y uno podría decir que es un castigo justo para tanta brutalidad.
¡¿Y qué hace Mijail Gavriljuk?! Escribe una declaración en la que renuncia a cualquier pretensión en contra del imputado. Porque no quiere arrebatar a unos niños a su padre, dejándoles huérfanos durante ocho años, y porque piensa que lo que ha sucedido es ya un castigo suficiente para el suboficial.
¡Por este tipo de cosas amo a mis compatriotas! Porque saben situarse por encima de todo este fango, de esta mentira y de estas calumnias. Porque saben aguantar en las situaciones más difíciles sin endurecerse, manteniéndose puros y honestos en el espíritu.
Por eso le estimó aún más, Mijail. Gracias por existir. Me inclino ante su humanidad.
Estas son sus palabras:
«No pretendo nada en lo que se refiere a esta persona. Que le dejen libre, que le dejen volver a sus negocios, educar a sus pequeños, que le dejen vivir. ¿Para qué dejar ahora huérfano a su hijo?, ¿para qué robarle el padre a un niño en este momento? Creo que lo que ha sucedido será para él un golpe más duro que 8 años de cárcel».
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