«La conferencia de paz sobre Siria, conocida como “Ginebra 2”, es un primer signo positivo de que existe un mínimo de voluntad política para encontrar respuesta a una guerra que en tres años se ha cobrado más de 130.000 vidas». La voz de monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la Oficina de la ONU en Ginebra, suena calmada. Con el tono sosegado de quien sabe que los tiempos de reconciliación para la crisis siria serán largos, irán más allá de “Ginebra 2”. Pero no por eso se debe considerar un esfuerzo inútil el hecho de que estos días se trabaje en la mesa de negociaciones.
¿Qué espera la Santa Sede de esta Conferencia de paz?
El deseo del Santo Padre y de la Santa Sede es que se puedan llegar a establecer los primeros pasos para un alto el fuego y para preparar un proceso de reconstrucción que comience con la asistencia inmediata a las víctimas de la violencia: los refugiados, los desplazados internos y sobre todo los niños que han quedado huérfanos tras la matanza de tantos civiles. El primer objetivo es poner fin a la violencia: sobre este punto están de acuerdo todos los líderes religiosos de todas las confesiones. Es una aspiración legítima y un deber para todas las fuerzas políticas que se encuentran reunidas en “Ginebra 2” y quieren encontrar una solución. Esta conferencia es un primer signo positivo de que existe un mínimo de voluntad política para confrontarse y encontrar una respuesta a esta guerra.
¿La Santa Sede hará propuesta concretas al margen de este encuentro?
La semana pasada se celebró en el Vaticano una reunión organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias, para llegar a propuestas concretas que pudieran facilitar los trabajos de “Ginebra 2”, porque el horror de la violencia en Siria nos obliga a ser creativos y a tener el valor de hacer propuestas nuevas. Un primer paso es pedir un alto el fuego eficaz sin condiciones políticas previas. El segundo paso es detener el flujo de armas y la financiación a todos los participantes en el conflicto, ya sea el gobierno o los rebeldes, la oposición o grupos aislados. Poniendo fin a este flujo de armas y dinero, se puede avanzar hacia un verdadero proceso de reconciliación. El tercer punto – unido al alto el fuego – es proponer la reconstrucción del país. Pero de tal modo que lo que participen en el proceso de construcción, que necesitará del apoyo internacional, sean sobre todo los jóvenes sirios. Esto es muy importante, porque de otro modo se verán tentados a afiliarse a uno u otro grupo armado, y así continuaría la violencia.
¿Hablarán explícitamente de los cristianos implicados en la guerra?
La Santa Sede tiene un interés particular por todos los cristianos de Oriente Medio, y especialmente por los de Siria, porque estas personas tienen derecho a poder vivir en paz en el ambiente en el que desde hace muchos siglos dan un testimonio privilegiado de la vida cristiana. Porque han sido las primeras comunidades evangelizadas de la historia. Además, la importancia de la presencia de comunidades cristianas en Oriente Medio pasa por generar una diferencia en la sociedad, y por tanto favorecer una búsqueda de la democracia y de un nuevo inicio, que pueda llevar a un tipo de sociedad capaz de ser inclusiva, sobre la base de una ciudadanía común que dé a todos los mismos derechos y deberes. A partir de ahí se puede construir un modo de vivir juntos que favorezca la contribución de todos al bien común, que por otro lado es expresión de su propia identidad.
Próximamente el Papa Francisco viajará a Oriente Medio, ¿cuál será la clave de este viaje?
Es pronto para anticiparse al mensaje que el Papa dará. Ciertamente, el hecho de peregrinar a Tierra Santa y recordar el 50 aniversario del encuentro entre Pablo VI y el patriarca ecuménico de Constantinopla Atenágoras representa ya un mensaje de reconciliación y una invitación a todos los grupos y comunidades que viven codo con codo en Oriente Medio a aceptarse y respetarse en su diferencia, y contribuir así a crear una sociedad más rica. Ahora especialmente, que las comunidades son pluralistas, resulta esencial encontrar una fórmula de convivencia que haga posible la existencia constructiva de cada uno. El viaje del Santo Padre transmitirá este mensaje. Después de todo, allí es donde Jesús nació, y nosotros le llamamos “Príncipe de la paz” no por retórica sino porque la paz es la condición indispensable para el desarrollo.
Permítame una última pregunta, quizá un poco impertinente. Muchos expertos estos días se declaran escépticos frente a la eficacia real de esta Conferencia de paz sobre Siria. ¿Usted cree que podrá ser un verdadero paso útil hacia la paz o nos espera en cambio un camino muy largo?
La situación en Oriente Medio es extremadamente compleja. Por lo que respecta a Siria, especialmente, están en juego a nivel global los intereses de grandes poderes políticos, y a nivel regional los de Arabia Saudí, que defiende a los sunitas, y los de Irán, que se identifica en cambio con los chiítas, aparte de los problemas internos de las diversas minorías que componen Siria. Por tanto, el secreto es buscar un hilo de interés común que ligue estos tres niveles de presencia en el escenario político y estratégico de Oriente Medio. Ante esta complejidad, sin duda, el proceso parece largo y difícil. Pero si no se empieza con un primer paso, no se puede hacer un largo viaje.
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