El 14 de enero, el periódico británico The Guardian publicaba una carta del periodista agnóstico James Harrington, donde relata su estupor ante la conversión de su hija al catolicismo. «Iré dando pasos con ella, hasta donde pueda».
«Dios y la religión nunca han tenido ninguna función en mi vida», al menos hasta que «mi hija mayor decidió bautizarse y convertirse al catolicismo». Empieza así la carta publicada el 14 de enero en el periódico progresista británico The Guardian y firmada por James Harrington, periodista inglés que vive en Francia desde 2009 y que se declara «ateo con tendencia al agnosticismo», casado con «una ferviente atea».
«Bautizado de niño», James abandonó pronto la religión, y «estaba de acuerdo con mi mujer en que nuestra hija podría elegir la vida que quisiera, excepto entrar en el ejército y consagrarse». Un día ella hizo saber a sus padres su deseo de bautizarse. «No debería habernos sorprendido demasiado. En Francia la inscribimos en una escuela católica, por la única razón de que un colega me había garantizado la excelente calidad de su educación. Y si tengo que ser sincero, así era realmente, nunca tuvimos motivos para lamentarnos, al contrario, teníamos todas las razones para estar agradecidos a mi colega».
En el colegio, la niña conoció la religión católica en la hora de clase facultativa, y «quién sabe cuánto coraje ha necesitado para decirnos lo que deseaba. Estaba claro que nuestra valiente y dulce hija había reflexionado mucho sobre la fe». Pero James y su mujer no la dejaron seguir adelante sin discutir antes: «Nuestra hija nos habló del Génesis, de la natividad, de la crucifixión de Jesús, del Paraíso. Nosotros en cambio le hablamos del Big Bang, de los amigos, de la familia, del alimento, del conejo de Pascua y de la vida moderna».
«Después de todo eso y a pesar de nuestra antipatía hacia Dios y la creación, ella seguía teniendo el coraje de decirnos a la cara y delante del sacerdote que nuestra visión del mundo no era suficiente para ella. Quería bautizarse y hacerse católica», continúa James, que no ha quedado indiferente ante la conversión de su hija: «No puedo negar que lo que nos dijo ha cambiado nuestro camino recorrido hasta ahora, indiferente a la religión y buenista».
James describe así las consecuencias de la conversión de su hija: «Para mí, esto significa viajes regulares para asistir a “lecciones católicas”, ir a misa los domingos sin saber cuándo debo levantarme o sentarme, esperando que el sacerdote no venga hacia mí con el micrófono durante la homilía». En resumen, «para mí significa un esfuerzo más y para mi mujer una dosis no pequeña de frustración. Pero esto lo es todo para mi hija. Ha dado un primer paso en un camino que, al final, tendrá que recorrer ella sola. Yo iré con ella hasta donde pueda, pero ella sabe que este es su viaje. Está caminando por donde yo no puedo seguirla. Sólo espero que la próxima vez que tome una decisión definitiva para su vida, se acuerde de cuando nos dijo que tenía fe en algo en lo que nosotros no creíamos. Y nosotros creímos en ella».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón