El periódico La Stampa, como era de esperar, dedica hoy un gran espacio al regreso a la libertad de su enviado especial Domenico Quirico, secuestrado durante varios meses por un grupo de rebeldes opositores a Assad. En estos meses muchos le dieron por muerto: sin embargo, de forma imprevista, ha sido liberado junto a un periodista belga que ha compartido con él esta terrible experiencia. En estos meses sus torturadores se divertían organizando simulacros de ejecución sólo para asustarles.
La Stampa publica también un breve relato del propio Quirico, que en pocas líneas, casi con un lenguaje poético, resume lo que ha vivido. Quirico explica incluso con algunas bromas cómo pasó de ser un entusiasta cronista que esperaba contar la revolución del bien contra el cruel régimen de Assad y vivir «152 días de prisión, hambre, falta de piedad, dos falsas ejecuciones, dos huidas fallidas». Un rehén en Siria traicionado por la revolución, así se define, y usa palabras muy duras. «Siria es el país del Mal, donde el Mal triunfa, trabaja, se hincha como los granos de uva bajo el sol de oriente». Un Mal que se deja ver, señala en su texto, en la codicia, en el odio, en el fanatismo, en la ausencia de cualquier acto de misericordia.
Y concluye: «Mil secuestradores rezaban a su Dios cuando estaban junto a mí, su prisionero doliente, y lo hacían con satisfacción, sin remordimientos y concentrados en lo que hacían: qué dirían a su Dios».
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