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«Shahbaz, hermano y mártir»

Giovanni Ferrari
23/08/2013 - Quotidiano Meeting
Paul Bhatti.
Paul Bhatti.

«Me he puesto en manos de Jesús y Él me protegerá». Con estas palabras el ex ministro para las Minorías en Pakistán, Shahbaz Bhatti, respondía a sus familiares, preocupados por su arriesgado compromiso con un país enfermo de persecuciones y violencia hacia las minorías religiosas. La situación de los cristianos en Pakistán es crítica, sobre todo para quienes, como Bhatti, siempre se han movido para garantizar el respeto de todas las minorías religiosas (no sólo la cristiana). Shahbaz Bhatti fue asesinado a los 43 años de edad por un grupo de extremistas el 2 de marzo de 2011 en Islamabad y la historia de su vida es la de un hombre que desde su juventud luchó contra el fundamentalismo religioso: fundó una asociación para defender a las minorías, llegó a conseguir la construcción de una capilla en una prisión y luchó para abolir la ley de la blasfemia, que en Pakistán ha llevado a la cárcel, entre otros, a la joven Asia Bibi, condenada a muerte por la acusación de haber ofendido el nombre de Mahoma. La historia de Bhatti es por tanto un gran testimonio de fe: sabía que su vida corría un grave peligro, pero a pesar de ello nunca se sustrajo a su labor en defensa de los derechos de todos los creyentes.
Paul Bhatti, ex-ministro para la Armonía y consejero del primer ministro en materia de Minorías Religiosas, sigue llevando adelante la obra de su hermano Shahbaz. Relató su experiencia durante la Jornada de los Movimientos del pasado 18 de mayo en la plaza de San Pedro delante del Papa Francisco. En aquella ocasión, Paul profundizó sobre la situación de los cristianos en Pakistán: «Muchas veces sufrimos discriminaciones, e incluso violencia, pero como discípulos de Jesús queremos ser hombres de paz, en diálogo con nuestros hermanos musulmanes y de otras religiones. Queremos testimoniar con amor y misericordia nuestra fe en Jesús». Al hablar de su hermano menor, decía: «Durante toda su vida, a pesar de las adversidades y las amenazas, fue fiel a su misión de estar al lado de los pobres, testimoniar a Jesús trabajando para que también en la sociedad dividida y violenta de Pakistán se afirmara el amor y la capacidad de vivir juntos. Los necesitados, los pobres, los huérfanos, decía, “son la parte perseguida y necesitada del cuerpo de Cristo”». Es precisamente por esta parte por la que Shahbaz Bhatti luchó, encontrándose en el camino numerosos obstáculos (y por tanto enemigos dispuestos a derribar su obra), pero también a muchos compañeros de viaje inesperados: «Después de su muerte vi cuánta gente le amaba: los cristianos, que encontraron en él una protección, una voz fuerte; pero también muchísimos musulmanes – gente del pueblo, estudiosos, imanes de las mezquitas –, hindúes y sikh, lloraban y hablaban diciendo que era un hombre de paz, un hombre de Dios».
Las páginas de la Biblia con las que Bhatti pasaba al menos media hora al día permanecen ahora custodiadas en la basílica de san Bartolomé en Roma, «memorial de los nuevos mártires de nuestro tiempo». En una reciente entrevista al semanario Tempi, Paul no dejó lugar a equívocos al referirse al trabajo constante y paciente de su hermano: «La vida y la muerte de Shahbaz significan que nuestra fe y la Iglesia siguen aún vivos, que hay personas como mi hermano que creen, que viven y mueren por esta fe». Paul Bhatti participa este viernes en el Meeting de Rimini, en un encuentro titulado “La libertad religiosa, camino de la paz”, para testimoniar en primera persona los frutos imprevistos del martirio de su hermano: «La fe nos da el coraje de vivir incluso en condiciones muy difíciles, nos quita el miedo. La sociedad materialista de hoy nos enseña a vivir sólo con nuestras propias fuerzas, pero gente como mi hermano testimonia que la manera adecuada de vivir es otra. Es vivir por Otro y para los demás».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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