Es desgarrador constatar que aún hoy en día, en muchas partes del mundo, no es posible que una persona manifieste libremente su propia religión, a no ser que corra el riesgo de ver vulnerada su libertad y su propia vida. Y en este contexto trágico son los cristianos los que sufren más por su fe religiosa. A nivel mundial son más de 100.000 los cristianos que cada año son asesinados y muchos otros sufren cualquier tipo de violencia: violaciones, torturas, raptos, destrucción de los lugares de culto; existen, sin embargo, formas más silenciosas y sofisticadas de prejuicio y oposición hacia los creyentes y sus símbolos religiosos.
Los cristianos son víctimas de amenazas, son atacados físicamente y asesinados en muchos países. También son víctimas de diferentes discriminaciones en aquellos países donde actúa libremente, ejerciendo una hegemonía cultural, un nihilismo incapaz de aceptar a quienes quisieran hacer referencia a un ideal, una religión, una fe, en un entorno de verdadero pluralismo.
Es una realidad sobrecogedora, cada vez más amordazada, ocultada, o deliberadamente censurada en su magnitud real, con la salvedad de algunos casos extremos de violencia para los que no sería posible callar. Esta violencia no puede ser ignorada porque vulnera la dignidad humana y supone una amenaza a la seguridad y la paz, impidiendo la concreción de un desarrollo humano integral real.
El mensaje evangélico es de por sí una contestación frente a cualquier conformismo, irreductible a cualquier poder. Por consiguiente, la existencia de los cristianos es de por sí un antídoto a la injerencia del poder. Una institución civil que respeta la libertad de una realidad similar es de por sí tolerante con cualquier otra agregación humana auténtica. Reconocer el papel, también público, de la fe y de la aportación que puede proporcionar al camino del hombre es por tanto garantía de libertad para todos, no sólo para los cristianos. Por esta razón, defender el derecho a la existencia de los cristianos es defender la vida libre de cualquier ser humano.
La capacidad de encontrarse con el otro en cuanto hombre, valorar y reconocer en la fe y el pensamiento del prójimo un intento sincero de respuesta a la pregunta sobre el significado en lo tocante a cada uno es un aspecto trascedente de la presencia cristiana en la historia.
El Meeting de Rimini siempre ha venido desplegando esfuerzos por la amistad entre los pueblos, y los 34 años de su historia son el testimonio tan imprevisto como deseado que es justamente el deseo del corazón – deseo de verdad, de belleza, de justicia, de felicidad – que forja lazos de amistad entre hombres y mujeres diferentes por fe, cultura, pertenencia étnica o ideológica, convirtiéndose en fuente de respeto auténtico y por ende de fe.
Por estas razones, desde el Meeting de Rimini 2013 – haciendo nuestro el grito del Santo Padre Francisco – pretendemos lanzar un llamamiento y pedimos a todas las personas de buena voluntad que lo suscriban:
«Les pedimos a las instituciones nacionales y a los organismos internacionales, de conformidad con las normas del derecho internacional, que hagan todo lo posible para defender, proteger y garantizar la existencia de los cristianos por doquier en el mundo.
Pedimos que se les reconozca a los cristianos el derecho elemental a buscar y atestiguar la verdad, sin limitaciones de su libertad tanto de expresión como de asociación».
Pincha aquí para suscribir el manifiesto del Meeting a favor de los cristianos perseguidos
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón