«Volveré a Egipto a primeros de septiembre para empezar los preparativos del Meeting Cairo. Lo haremos a mediados de octubre. Hasta ahora habíamos aplazado la segunda edición porque esperábamos que la situación del país se asentara. Pero ahora creo que Egipto necesita una manifestación de este tipo». Wael Farouq se divide entre dos sentimientos: el entusiasmo y el miedo. Entusiasmo por la caída del régimen de los Hermanos Musulmanes tras las protestas en las calles y miedo por el giro violento que podría tomar la situación. Las últimas manifestaciones las ha seguido desde Italia, aunque durante los últimos meses ha regresado varias veces a El Cairo. Le hubiera gustado estar en la plaza Tahrir.
¿Qué ha significado para usted ver las manifestaciones desde lejos?
He sentido tristeza por no haber podido estar allí, con mi pueblo. Han sido momentos que marcarán la historia de Egipto. El pueblo ha vuelto de nuevo a la plaza y ha conseguido mandar a casa a un presidente que había traicionado el motivo por el que había sido elegido. Hoy sin embargo estoy triste por lo que está sucediendo, por las nuevas víctimas de los enfrentamientos entre el ejército y los Hermanos Musulmanes. Aún no está claro quién tiene la responsabilidad de estas muertes, pero estoy seguro de que los responsables serán llamados a responder.
Tras la caída de Mubarak, ¿nunca ha vivido momentos de desánimo?
No, siempre he tenido esperanza. Egipto es un país joven. El 60 por ciento de la población es menor de treinta años. Estos jóvenes no se rendirán y seguirán reivindicando sus derechos. Hay un intento de llevar al país a una situación similar a la siria, pero no creo que se llegue a eso: el país, a pesar de todo, permanece unido.
Muchos hablan del fracaso de la revolución egipcia, con los militares que han vuelto al poder.
En el Meeting de Rimini del año pasado ya comenté que el régimen de los Hermanos Musulmanes no duraría. Dije que el pueblo egipcio no tenía la intención de aceptar que Morsi utilizara el poder para mantener el régimen de Mubarak, haciéndolo funcionar sólo según sus propios intereses y los de los Hermanos.
¿Cuál ha sido el error de Morsi?
Estaba destruyendo los valores de la sociedad egipcia. Estaba haciendo renacer las tensiones entre musulmanes y cristianos. En los últimos meses, los Hermanos Musulmanes acusaban a la Iglesia y a los cristianos de organizar manifestaciones antigubernamentales de odio hacia el islam. Creo que, al deponer a Morsi, Egipto ha evitado a los países del Mediterráneo un futuro vecino con un régimen semi-dictatorial. Egipto se ha salvado a sí mismo y a toda la región de una oleada de odio en función de un uso instrumental de la religión.
Se ha hablado de golpe de Estado.
No se trata de un golpe. El ejército ha intervenido para proteger al pueblo, que había salido a la calle para protestar, de los Hermanos Musulmanes, que se habían armado. Para apoyar a Morsi también estaban los terroristas de Al Qaida. La hoja de ruta presentada por el jefe del ejército, sin embargo, era la misma propuesta que los jóvenes revolucionarios hicieron hace un mes. Morsi resultó elegido con trece millones de votos. El movimiento Tamarod recogió veinte millones de firmas acompañadas de los respectivos documentos de identidad. En la plaza había treinta millones de personas. Egipto ha golpeado a Morsi. Basta ver la rueda de prensa del ejército donde estaban presentes el imán de Al Azhar, el Papa copto, los representantes de los salafitas y de los partidos liberales y comunistas.
Queda el hecho de que la plaza sigue sin tener líderes. Y el futuro es incierto.
Pero la cuestión es que en Egipto lo que ha cambiado es la persona. La gente sale a la calle para defender sus derechos. Havel diría: es el poder de los sin poder… Quizá sea la primera vez en la historia que asistimos a un fenómeno de este tipo de tan gran alcance. Estos jóvenes creen en el poder del bien. Creen que el bien vencerá porque es bien. En Occidente puede suceder que la gente salga a la calle por el bien, pero siempre termina por confiar en el poder de turno. Estos sin embargo son verdaderos revolucionarios románticos, sin líderes, sin partido. No tratan de alcanzar el poder, sino de cambiar el poder. El pueblo egipcio no ha salido a la calle en contra de los islamistas. Esta es una revolución por. Por la justicia, por la dignidad humana y por la libertad.
¿Verdaderamente cree que no son manipulables?
La política americana buscaría algún líder con quien comprometerse, como los Hermanos Musulmanes. Pero los jóvenes de la plaza Tahrir no tienen la intención de llegar a compromisos sobre sus derechos fundamentales. La plaza se ha movilizado contra Mubarak, contra la junta militar y ahora contra Morsi. Si el ejército tuviera que traicionar sus promesas, los jóvenes volverían otra vez a la plaza. Estoy seguro. Lo que hay que hacer es respetar lo que está sucediendo porque ofrece una esperanza para todos. La crisis no es sólo en Egipto o en Oriente Medio, sino también en Europa y en América. Estoy convencido de que la sociedad no está al borde del colapso a causa de la crisis económica. La sociedad se colapsa cuando se pierde la fe en los valores humanos más nobles.
Pero ahora la situación es muy tensa. ¿Qué es lo que más teme?
Temo que se pueda desencadenar una serie de venganzas. Por parte de los Hermanos Musulmanes, pero también contra ellos. No me asusta el retorno de Morsi, que es impensable. Me asusta la violencia. No hay nada en el mundo que merezca el derramamiento de sangre. Ni siquiera contra un criminal o un pecador. Hay que odiar el mal, no a quien lo comete. Esta es la verdadera enseñanza del islam. Por eso espero que no haya ninguna venganza, ni siquiera contra los Hermanos Musulmanes.
¿Cómo ha cambiado la amistad entre los promotores del Meeting Cairo en estos dos últimos años?
Abdel Fattah Assan es un miembro destacado de los Hermanos Musulmanes y actualmente está de acuerdo con el hecho de que hay que volver a votar. A la presidenta del Meeting Cairo, Tahani Al Gibali, ex vicepresidenta del Tribunal Supremo, se la ha descrito como el enemigo número uno del presidente Morsi. Estos meses han puesto de manifiesto que la amistad entre nosotros ha resistido a las diferencias ideológicas. Lo único que vence a la ideología es una amistad.
De modo que llegará la segunda edición del Meeting Cairo.
Claro, aunque estallase la guerra civil. Pero no habrá guerra civil.
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