Querida amiga:
Me has pedido que escriba unas líneas sobre mis impresiones y experiencias en EM. Primero, agradecerte que me lo hayas pedido, porque así no olvidaré lo que he vivido y sobre todo agradecerte que me animaras a ir a este encuentro.
Fui sabiendo lo que me podía encontrar, tú me hiciste un buen resumen, pero aun así me sorprendió. Me sorprendieron las ponencias, las exposiciones y sobre todo la gente. La alegría, las ganas de vivir, los más de 500 voluntarios que trabajaron duro durante el fin de semana y semanas previas sin esperar nada a cambio, sólo por amor. Eso es precisamente lo que sentí, un profundo amor. Me acogieron y en ningún momento me sentí sola, es más, sentí que ya nunca iba a estar sola. Nunca me faltaría amor.
El viernes, primer día en EM, volvía a casa y fue justo ahí cuando me di cuenta de lo que había vivido mientras se lo contaba a mi hermana. Había sido un viernes distinto. A la mañana siguiente, quería ir a EM, lo necesitaba. No quería perderme nada y quería volver a sentirme querida. No me defraudó. Los que conocí el viernes me saludaron como si fuera una más, se alegraban de verme.
Querría destacar cosas que me comentaron algunos voluntarios y perdóname si no es textual, pero mi memoria a veces falla. Una voluntaria me dijo: “Estoy muy cansada pero esto es lo que me mantiene viva”; otro: “Gracias a este encuentro y a esta gente tengo certezas en mi vida”.
EncuentroMadrid me ha hecho revivir.
Recuperando algún email de hace varios años. Leí esto:
“Por estar con un chico no se van a solucionar los problemas de tu vida. No te van a rellenar ese hueco que todos siempre tenemos, en el cual viven las preguntas tipo "¿qué es la vida?", "¿dónde está la felicidad?". Los chicos, por muy príncipes que puedan llegar a ser, no son Dios.”
¡Cuánto hemos avanzado en esto! ¡Cuánto predecían tus palabras! A mí me ha emocionado.
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