Acaban periódicamente en los titulares de la prensa mundial, protagonistas de noticias como la “dramática fuga y emigración” de Egipto o por continuos actos de violencia y discriminación respecto a ellos. Pero no parece que la etiqueta de “víctimas” guste o se adecue al director de Watani, semanario de referencia de la comunidad copta ortodoxa egipcia, con cerca de 250.000 lectores, fundado a principios de los años cincuenta. El despacho de Youssef Sidhom, que heredó la dirección de su padre, fundador del periódico, se encuentra en una de las calles centrales y más transitadas del Cairo, invadido por el continuo ruido de bocinas exasperantes, que se usan tanto como los frenos.
«Los coptos salieron de la era Mubarak con grandes esperanzas. Se esperaban que todas las formas de discriminación que sufrían se iban a superar. Pero esto todavía no ha sucedido. Egipto está atravesando por una crisis de inestabilidad. Por tanto, ahora el desafío prioritario, también para la comunidad copta, no es garantizar el respeto de sus propios derechos, sino salvar Egipto de la deriva hacia un Estado islámico. El deseo de adquirir una ciudadanía plena y en un plano de igualdad de momento queda postergado. La situación es compleja y los coptos se han comprometido con los musulmanes moderados en la lucha contra el intento de transformar Egipto en un Estado islámico».
Una situación todavía más compleja después de la aprobación de la Constitución de noviembre pasado...
El mes pasado tanto los cristianos como los musulmanes moderados perdieron la batalla sobre la Constitución. Pero aún no nos hemos desesperado, porque nos estamos preparando a las próximas elecciones parlamentarias. Esta cita es la principal prioridad. Creo que es ilusorio imaginar que los moderados egipcios, musulmanes y coptos, puedan alcanzar juntos la mayoría en el parlamento. En ese caso, podrían reformar Egipto y guiar su transición hacia una democracia completa, un Estado cívico. Pero el desafío real es tratar de construir una oposición fuerte que llegue a controlar el 40-45% de los escaños en el parlamento. Esta es la clave: construir una oposición fuerte, creando una coalición entre todas las facciones de los partidos liberales, tanto cristianos como musulmanes, y así contener el intento de traducir en leyes aquellos artículos inapropiados de la Constitución que apuntan a la construcción de un Estado islámico.
¿Cómo?
Por una parte están los Hermanos Musulmanes, los salafistas y otros grupos islamistas que van a crear una fuerte coalición. Por otra, varios partidos liberales: ¿lograrán reunirse en una coalición fuerte? Es lo que han anunciado y fue confortante saber la semana pasada que durante las próximas semanas tratarán de crear una lista electoral unitaria, eligiendo a un candidato único por cada distrito electoral. Espero que lo logren, que no se peleen. Será la última batalla posible.
¿Hay un programa preciso capaz de mantener unidas a las fuerzas liberales o, más bien, lo que las aglutina es tener un enemigo común?
No han hecho nada para favorecer la unión entre ellos. Lo que los ha unido es la introducción de la Constitución, un pasaje que ha chocado a muchos egipcios. Esta situación crítica mantendrá unidas a las fuerzas liberales. Hoy las fuerzas liberales saben lo que no quieren, más que lo que quieren. El hecho es que la situación actual no deja un margen para producir un proyecto de desarrollo, es tan delicada que cada uno se concentra en el punto crucial: evitar que Egipto se convierta en Estado religioso. En el inminente período pre-electoral, no pienso que los candidatos vayan a dedicar su tiempo a elaborar un programa político. Toda la partida se va a jugar sobre una cuestión: estos sostienen el Estado cívico, los otros el Estado religioso. Egipcios, haced vuestra apuesta.
Pero en la Constitución de Egipto, antes de la revolución y de la nueva versión, había una referencia precisa a los principios de la Sharía como fuente de la legislación. ¿Qué cambia hoy?
Egipto ha vivido en las últimas décadas con una Constitución que establece claramente que el Islam es la religión del Estado y que los principios de la Sharía son la fuente principal de la legislación. Sin embargo, la moderación de los egipcios y de la clase dirigente de al-Azahr, junto con la lucha entre los militares por una parte y los islamistas por otra, contribuyeron a evitar que Egipto se convirtiese a todos los efectos en un Estado religioso. Ahora bien, después de la revolución, el ejército ha quedado fuera de juego, mientras que el Islam político, bajo el paraguas de los Hermanos Musulmanes y de los salafistas, ha levantado la voz y ha declarado: “ahora nosotros podemos gobernar Egipto y transformarlo en un Estado religioso”. Hoy tienen las manos libres. Lo hemos visto en los últimos meses, en el modo como han actuado respecto al borrador y al voto de la Constitución. Amenazan anunciando acciones como: cambiaremos el artículo 2 (que sostiene los principios de la Sharía como fuente de la legislación) y vais a ver como somos capaces de transformar Egipto en un Estado islámico.
Cuando han intimidado con cambiar el art. 2 sustituyendo los “principios de la ley islámica” por la fórmula mucho más exigente “las normas de la ley islámica”, al-Azhar se ha levantado contra la propuesta. De este modo el art. 2 ha quedado inmutado, pero al final han introducido el art. 219 (que trata de definir qué son los principios de la Sharía en sentido estricto). Y el art. 81 también causa una cierta preocupación. La introducción de la “sociedad” al lado del Estado como sujeto que debe garantizar la ética y las costumbres, en efecto, podría esconder el principio de “ordenar el bien y prohibir el mal”, que se traduce en una policía religiosa junto a la estatal. Estas modificaciones han desencadenado varias oposiciones y la gente se ha dado cuenta de que incluso en formulaciones aparentemente innocuas se pueden esconder insidias.
Se habla a menudo del hecho que la comunidad copta se ve afectada por una emigración hacia Occidente que crece dramáticamente. ¿Nos puede confirmar esto?
Una vez más, como respecto a la participación de los coptos en las manifestaciones, ¿cuál es la fuente segura de los datos que circulan? ¿Cuál es la verificación? Naturalmente, a causa de la actual situación, grave e incierta, y al no saber que va a ser de ellos mañana, los cristianos apenas tienen la posibilidad de dejar Egipto no dudar en irse. Pero estoy hablando de una minoría muy pequeña. Se dice que más de cien mil coptos han dejado Egipto en el último período, pero no se ha realizado ninguna verificación científica que avale este dato. Hemos pedido a todas las embajadas extranjeras de Egipto que nos proporcionen estimas sobre la emigración hacia Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Australia y Francia, también para comparar estos flujos antes y después de la revolución. Pues bien, todas estas embajadas han declarado que no clasifican los datos de las emigraciones según las afiliaciones religiosas. Seguramente está creciendo el número de emigrantes, pero debe concernir tanto a cristianos como a musulmanes. En cualquier caso, el tema es otro: aunque en los últimos dos años hubieran emigrado de Egipto cien mil coptos, la cuestión hoy es pensar en los 8 millones de coptos que siguen aquí, y que no pueden marcharse.
A veces se afirma que los coptos son los únicos verdaderos egipcios. ¿Está de acuerdo?
No, no estoy de acuerdo. Ciertamente los coptos son verdaderos egipcios, esto es obvio: no son un cuerpo extraño en el país, como sostienen algunos. Pero no son los únicos. Es verdad que en el uso lingüístico actual se utiliza el término para referirse de modo específico a los egipcios cristianos, pero en realidad todos los egipcios son “coptos”, ya sean cristianos o musulmanes.
¿Usted se siente en peligro alguna vez?
Crecí en medio de una mayoría musulmana, tengo muchos amigos de fe islámica, vivo en la capital, aquí en Watani numerosos musulmanes trabajan con nosotros y no me siento amenazado. Sin embargo, los cristianos que viven en las aldeas, separados de los musulmanes, a menudo corren peligro a causa de la presencia de grupos de fanáticos. Las discriminaciones, antes de la revolución, las practicaban según la ley los cuerpos oficiales del Estado. Hoy la legislación todavía sigue siendo la misma, pero los servicios de seguridad oficial del Estado tienen otras cosas en las que pensar. Sin embargo, les han sucedido grupos de islamistas. En nuestras ciudades, en las aldeas, en las áreas rurales, estos últimos son quienes amenazan a los cristianos.
¿Cuáles son hoy las discriminaciones más duras que sufren los cristianos?
La primera es la legislación sobre los lugares de culto: si los cristianos quieren construir o restaurar una iglesia, tienen que afrontar largos trámites burocráticos, para llegar a obtener la aprobación del presidente. En cambio, los musulmanes pueden construir mezquitas en todas partes y con gran facilidad. En 2006 un parlamentario musulmán presentó un proyecto de ley para cambiar la legislación en materia a fin de que hubiese una única ley para todos los lugares de culto, prescindiendo de la religión a la que se pertenecía. La asamblea aceptó la propuesta, pero nunca se transformó en ley. La segunda forma de discriminación es que en la práctica casi ningún cristiano puede aspirar a ocupar un puesto de responsabilidad o de alto nivel en las oficinas estatales. La tercera y muy peligrosa forma de discriminación se refiere al ámbito educativo. Los textos escolares están llenos de expresiones del Islam político, como por ejemplo el principio según el cual el Islam es la única religión aceptada por Dios. Esto es muy triste, porque generaciones de jóvenes egipcios han crecido bajo la influencia de esta ideología. Egipto necesita dos cosas in primis: salvar la economía, porque el país está muriendo económicamente, y salvar el sistema educativo. Necesitamos desesperadamente reformas educativas.
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