USERA. Mi turno en la jornada de recogida fue de 13 a 16 h en un Carrefour Express en el barrio de Usera. Creo que no exagero si digo que 8 de cada 10 personas “abordadas” compraron algo para donarlo al Banco de Solidaridad. Os comento algunos casos: muchas personas (inmigrantes, jubilados, etc.) salían con una bolsita enana en una mano con su compra y varias bolsas o cartones de leche en la otra para dejarnos. Se notaba que era gente que llega pillada a fin de mes. Uno confesó tras dejar su aportación que él tiene que comer de vez en cuando en comedores sociales. A un subsahariano que salió con un paquete de spaghetti no sabíamos si aceptársela o darle una caja de alimentos, por cómo iba el pobre. Al menos en mi turno, ni un comentario ideológico, ni una sospecha (creo que la parafernalia del chaleco amarillo y banner era una ayuda en este sentido porque nos identificaba claramente): la gente estaba agradecida por tener la oportunidad de ayudar en un momento así, se sentían mejor, lo que es sin duda un eco de aquello para lo que estamos hechos. Hoy decía bromeando a mis amigos que me había reconciliado con la especie humana. Era algo conmovedor, realmente, ver esa cantidad de aportaciones en un barrio de recursos tan limitados. Se me ocurría que lo que escribe Benedicto XVI en la Caritas in Veritate sobre la gratuidad como factor de desarrollo se comprueba también aquí, puesto que comprar un kilo de garbanzos adicional es un gesto que no sólo humaniza al que lo hace sino que también le ayuda a descubrir su propia dignidad.
Un chaval de Valdemorillo que pasaba por ahí y que vio que hay un grupo del Banco de Solidaridad en Villanueva, me pidió un contacto: estaba alucinado, decía que él y sus vecinos llevan tiempo queriendo “montar algo” para ayudar a otros vecinos que lo están pasando mal y veía “que esto funciona”. Gracias por habernos propuesto a todos esta iniciativa, después de la cual yo encaro estas semanas difíciles con mayor esperanza.
Puma
Después de este día estoy agradecida por ser educada en la gratuidad, porque he podido ver cómo un gesto así cambia y mueve nuestro corazón y el de tanta gente; creo que todos hemos hecho experiencia de que esto construye mil veces más que huelgas o tantas reacciones violentas, y se hace evidente que lo que cambia la historia es lo mismo que cambia el corazón del hombre.
Mónica
POZUELO. Aquí todos dan algo para los demás. Algunos se conmueven de que haya chicos (ya he superado los 55…) que hacen lo que ellos quisieran hacer. A primera hora llega al supermercado un padre con un equipo de tres pequeños madridistas, una niña y sus dos hermanos. Nos mira a la cara. Pregunta por la iniciativa, se interesa y dice que después de llevar la compra a casa volverá con todo el equipo. Al poco tiempo, vuelve, llena el carro de comida y le pide a los niños que nos lo entreguen. Le doy las gracias, pero no es lo que quiere. Quiere más. Quiere ser del Banco de Solidaridad, no quiere quedarse fuera ni ser espectador. Vuelvo orgullosa de la gente de España tan distinta de cómo nos la pintan. Por este camino la crisis ya está vencida.
Carmen
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