«Las cosas buenas necesitan tiempo», afirma como de pasada Ibrahim Shamseddine durante la presentación del Meeting en la Embajada italiana de Beirut, en el Líbano. Se refiere al camino del diálogo entre los pueblos, pero vale también para la relación entre el Meeting y el Líbano, que después de algunos episodios durante el pasado, este año se retoma en toda su riqueza, con la presencia del propio Shamseddine en el Meeting el próximo mes de agosto, y naturalmente con el espectáculo inaugural de la compañía Caracalla Dance Theatre.
De esta coincidencia de eventos nace la presentación, pero también de una idea del embajador italiano, Giuseppe Morabito, que ha reunido a más de un centenar de personas para escuchar las intervenciones de Emilia Guarnieri, Ivan Caracalla , director del Caracalla Dance Teahtre, Shamseddine, musulmán chiíta y secretario general del Comité nacional del diálogo islámico-cristiano en el Líbano. «El Meeting es un evento que testimonia y representa grandes valores: el diálogo entre diversas culturas y religiones sólo es posible a partir del reconocimiento, del respeto a la identidad del otro», afirma el embajador al presentar a los ponentes. En la sala de la embajada se ha dado cieta el mundo académico, los amigos de AVSI, periodistas, como los del L'Orient Le Jour y la televisión nacional libanesa o Telelumiére, primera y única televisión católica que emite vía satélite en Oriente Medio. Y muchos miembros de la compañía Caracalla Dance Theatre, llenos de curiosidad por entender mejor qué es el Meeting que visitarán este verano.
Todos escuchan la historia de aquella experiencia que nació de «una pasión por encontrarse con otros, por una curiosidad por la belleza y la diferencia, por el deseo de conocer el mundo y la realidad, encontrar en el pasado y en el presente hombres y cosas “bellas”, con la intención de dar a conocer a todos la grandeza y la fascinación que se producen cuando los hombres construyen y crean a partir del deseo de verdad y belleza que anima sus corazones», cuenta Emilia Guarnieri.
Hombres que tienen la necesidad de conocerse y encontrarse, porque, como dice un proverbio árabe citado por Shamseddine: «el hombre es enemigo de aquello que ignora». Y al conocerse pueden suceder cosas inesperadas, como le pasó a Ivan Caracalla, tras su encuentro con el escenógrafo Sergio Metalli y con el responsable de los espectáculos del Meeting, Otello Cenci, por el cual conoció y vivió la experiencia de Rimini. Allí «vi algo excepcional, gente de credos y culturas diferentes, todos juntos, animados por su diversidad, que es el elemento que les une. Por eso vamos nosotros a Rimini, porque creo que los artistas deben ser los verdaderos portadores de la luz para la humanidad». Y cuenta con orgullo que «mientras Líbano estaba dividido por la guerra civil, Caracalla seguía haciendo espectáculos, seguía unida», a pesar de que reunía a personas de culturas y religiones distintas en una escuela que ahora cuenta con 1.500 estudiantes, después de empezar, en 1970, con cuatro personas para su debut en Japón. Ahora hay gente que, después de haber estudiado carreras excelentes por toda Europa, vienen hasta aquí para estudiar el estilo Caracalla. La pasión por la belleza mueve montañas, y también casas, como nos cuenta Ivan, por la tarde, mientras visitamos su espléndido teatro: «cuando era pequeño, mi casa se transformaba en una sala de baile para las pruebas de la compañía».
Ibrahim Shamseddine, comprometido con la educación en el Líbano, aunque aún no ha estado en el Meeting, ha seguido con atención lo que le han contado y ha intuido que «el Meeting es uno de esos lugares donde está garantizada una atmósfera pacífica para personas procedentes de todo el mundo para encontrarse y conocer al otro». Insiste en que el problema es que a menudo ignoramos que la cuestión es aprender a “reconocer al otro”.
Al terminar, una persona del público dice: «Ojalá todos los cristianos, sunitas y chiítas fueran como vosotros». El Líbano es un país que está llamado al diálogo y a la convivencia entre religiones y culturas diferentes, pero también es un país donde muchas heridas aún no han cicatrizado, y pueden volver a abrirse a la mínima. Es un país donde, cuando uno se encuentra con alguien, la primera pregunta no es “¿cómo te llamas?”, sino “¿de qué parte estás?”, donde la diferencia pueden levantar muros insalvables, incluso entre los más jóvenes, también entre los católicos. «Lo que yo he vivido estos años en el Meeting – responde Emilia Guarnieri – me permite decir con certeza que lo que nos puede unir es en primer lugar encontrar el camino que despierta nuestra propia humanidad. Si uno encuentra en la fe un camino que responda a su propio corazón, a su deseo de ser más hombre. Cuando uno es más hombre, entonces puede caminar con otros».
Ser hombres, verdaderamente hombres, como indica el lema del Meeting. Y esto vale para todos, también para la madre de Ivan Caracalla, que al terminar, para sorpresa de todos los presentes, dice: «yo quiero ser voluntaria en el Meeting». Para ser hombres: por menos de esto, no valdría la pena.
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