Este año el EncuentroMadrid ha estado presidido por la frase "Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que cambian el corazón del hombre". Durante las cuatro jornadas en las que se ha celebrado hemos podido constatar que este lema no es una piadosa aspiración o un consuelo para los difíciles momentos de crisis. La multitud de encuentros, el diálogo con personalidades de muy diferentes identidades y los testimonios de obras y personas han hecho evidente que no estamos a merced de fuerzas anónimas. En acto hemos asistido a un cambio que ya está presente y que está protagonizado por hombres que viven a la altura de su deseo. Los políticos, los líderes sociales y la gente-gente vienen al encuentromadrid porque el corazón, exigencia de verdad y de justicia, es el criterio desde el que se afronta todo y porque es también el factor que se reconoce como determinante en la construcción histórica.
En nuestro reciente pasado tenemos ejemplos de que las fuerzas que cambian la historia son las que cambian el corazón del hombre. La transición es el más claro. En esta edición ha tenido especial relevancia la exposición que le hemos dedicado. Ha servido para transmitir a las nuevas generaciones ese período en el que se hizo evidente que la democracia no se fundamenta solo en procesos formales. La democracia se hace rica y fecunda cuando es una afirmación del otro que llega hasta la caridad. Ese reconocimiento del diferente, que hizo posible la transición, ha vuelto a estar muy presente en el encuentromadrid. Eso es lo que ha hecho posible que personajes de la izquierda y de la derecha, del mundo católico y del mundo laico, se hayan reconocido en el juicio histórico que hemos propuesto a todos.
Hemos sido testigos también de una de las más contundentes expresiones del valor histórico del corazón: la caridad. El director general de Inmigración de la Comunidad de Madrid, Pablo Gómez Tavira, nos ha ayudado a reconocer la importancia de las obras que, basadas en la caridad, ofrecen -según su palabras- respuestas "eficaces y profesionales" a las necesidades sociales. Es esta construcción que nace desde abajo, también en el ámbito educativo, la que los políticos tienen que tutelar y alimentar. Ha sido lo que nos ha dicho la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, al apostar claramente por la libertad de enseñanza.
En el EncuentroMadrid nos hemos sorprendido por la capacidad educativa de la experiencia cristiana. Hemos visto la fecundidad civil que tiene la transmisión de la fe cuando es libremente ofrecida a la verificación crítica de los jóvenes. Esa educación es la que hace posible la aparición de un factor decisivo en cualquier cambio histórico: la gratuidad. Es la gratuidad la que ha hecho que cientos de voluntarios hayan levantado una obra como esta. Después de estos días podemos decir con uno de los cantautores de la transición: "la vida es bella".
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