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Aumentan los riesgos, pero la vida continúa

Victoria Martinengo (AVSI en Dadaab, Kenia)
16/02/2012

La grave emergencia que sufre el Cuerno de África, con decenas de miles de somalíes que huyen hacia los campos de refugiados de Dadaab, en Kenia, ya no ocupa las portadas de los informativos, el número de refugiados se ha reducido drásticamente, pero otro factor empieza a emerger, sobre todo desde el pasado mes de octubre: la presencia de Al Shabab, un grupo de milicianos integristas islámicos.
En octubre, con el secuestro de dos cooperantes españolas de Médicos Sin Fronteras y cuatro trabajadores locales keniatas, estalló la nueva emergencia. Desde entonces, el trabajo en Dadaab ha tomado otra forma. El objetivo ya no parece ser tanto socorrer a los necesitados que llegan desde Somalia, sino tomar las medidas necesarias para prevenir que el personal humanitario, la población local y los propios refugiados sean víctimas de los atentados terroristas.

La actividad en los campos continúa, pero hay que estar muy atentos y seguir un protocolo de seguridad drásticamente blindado . Todas las actividades estrictamente ligadas a la supervivencia de las personas están garantizadas, como el reparto de alimentos, el suministro de agua y la atención médica. Todas las agencias y ONG han reducido su personal en Dadaab, y se están tomando medidas extraordinarias de seguridad. En medio del drama, se trata de no empeorar la situación, que ya es muy delicada, pero trabajar así resulta un poco frustrante. Sin embargo, no podemos correr riesgos, eso está claro.

Los ataques son continuos, tanto en Dadaab como en la frontera con Somalia, donde los principales objetivos son los agentes de policía y la población civil. La situación no es fácil: de luchar contra el hambre hemos pasado a otra lucha incontrolable.
En medio de todo esto, las actividades de AVSI han tenido que adoptar un nuevo ritmo, un poco más lento. Los diversos proyectos de construcción de escuelas, guarderías, bibliotecas y formación de profesores, financiados por varias entidades, como ACNUR o UNICEF, que estaba previsto finalizar en diciembre, están sufriendo retrasos inevitables. Mientras siga vigente la prohibición para que los técnicos e ingenieros puedan trabajar directamente en los campos, será imposible avanzar. Si antes podíamos estar en los campos de refugiados todos los días casi sin problemas, ahora cada visita debe ser previamente acordada y no puede ser más de dos veces por semana. Si los episodios de violencia se recrudecen aún más, puede ser que incluso nos impidan salir de nuestros despachos.

Cuando AVSI estaba preparando la formación de un nuevo grupo de 210 profesores, en colaboración con el Centro Educativo Permanente de Kampala y la Universidad Mount Kenya, se ha suspendido casi todo el trabajo por razones de seguridad. Hay mucho miedo.
Mientras una parte del mundo espera, precisamente para evitar crear más problemas, en Dadaab hay una vida que continúa. No se puede evitar. Los niños van a la escuela, pero la tensión es palpable. Sin embargo, a pesar del temor por un futuro incierto, todo nuestro personal en Dadaab se siente orgulloso del gran trabajo realizado hasta ahora, todos juntos, y saben que nada de todo esto se perderá.

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