Después de cuatro días de manifestaciones y de violencia en la plaza, parece que el Consejo supremo de las Fuerzas Armadas haya escuchado las peticiones de los manifestantes. ¿Cómo ve usted la situación actual?
El mariscal Tantawi ha anunciado el cambio de gobierno, que era una de las peticiones de los manifestantes de la plaza Tahrir, pero todavía no conocemos el nombre del próximo primer ministro. De todos modos, se espera que el próximo gobierno esté dotado de mayor poder para actuar verdaderamente, respecto al anterior, que no tenía ninguna eficacia y parecía que se limitaba a ganar tiempo.
Los manifestantes todavía ocupan la plaza, ¿este anuncio no es suficiente para aplacar los ánimos?
No, siguen pidiendo la formación de un nuevo gobierno y el fin de la violencia. Actualmente, hay enfrentamientos cerca del Ministerio de Asuntos Interiores, no muy lejos de la Plaza Tahrir. Algunas personas acuden allí impulsadas por el deseo de venganza, por lo que sucedió el sábado y el domingo pasado, por las masacres y las violencias sufridas.
¿Quién está en la plaza hoy?
Principalmente jóvenes egipcios. La plaza está llena de jóvenes del “25 de enero”, sin etiquetas políticas, que no dependen de partidos políticos o religiosos. Algún representante de los Hermanos Musulmanes intentó entrar ayer, pero fue expulsado. Un candidato a las elecciones presidenciales, salafista, también intentó entrar en la plaza ayer por la mañana, pero se le alejó.
Sin embargo, los manifestantes están cada vez más divididos: quienes ya se han comprometido en la política sostienen que el nombramiento de un nuevo gobierno se podría aplazar hasta junio. Otros piden que el ejército se marche para dejar en seguida espacio a un nuevo gobierno de civiles. El problema es que, si el ejército se retirara realmente, se crearía un peligroso vacío de poder y no habría ninguna autoridad real en el país.
¿Quizá se echa de menos al pasado régimen?
De momento no ha cambiado nada desde los tiempos de Mubarak, es más, la situación ha empeorado: hay más tensiones entre cristianos y musulmanes, más incidentes, más incendios de iglesias (baste recordar los hechos de Maspero), se arresta a los jóvenes activistas y se les lleva ante los tribunales militares, la censura controla a los medios de comunicación. Estamos volviendo atrás. La situación democrática va mucho peor que con Mubarak. Los jóvenes piden que se constituya un gobierno de transición democrática.
¿Estas nuevas manifestaciones podrían causar un retraso de la cita electoral?
Hasta ahora nadie, ni siquiera el Consejo Supremo, ha puesto en duda la fecha de las elecciones. Pero la otra noche, algunos políticos ya sugerían que la primera parte de las operaciones de voto —que deberían concernir a El Cairo, donde hoy se viven todos los disturbios de la Plaza Tahrir— se postergue para tener una situación más tranquila, aunque todavía no se ha decidido nada que vaya en esta dirección.
¿Cuál ha sido esta vez el motor que ha desencadenado la revuelta?
El viernes pasado hubo una gran manifestación en la Plaza Tahrir, durante la cual la mayoría de los manifestantes estaba formada por grupos de islamistas. No hubo ningún incidente, no había ningún soldado. En cambio, el sábado por la mañana, se añadieron algunas personas que resultaron heridas durante la revolución de los pasados meses de enero y febrero, que no tienen ni dinero ni medicinas para curarse. Eran alrededor de doscientas personas, sentadas en un jardín cercano a la plaza. La policía intervino contra ellos, alrededor del mediodía, con la intención de alejarles del jardín. Hubo una represión brutal, que desencadenó la furia de estos manifestantes y de otros jóvenes que se unieron y comenzaron a tirar piedras y a gritar.
Cabe decir que la distancia entre la Plaza Tahrir y el Ministerio de Asuntos Interiores es de pocos metros. Los jóvenes querían entrar allí y esto alarmó a los soldados que estaban de guardia que, para defender la sede institucional, emplearon gases lacrimógenos y todos los medios para alejar a los manifestantes.
¿Qué posición toman los cristianos en estas nuevas circunstancias?
Están en la plaza con los musulmanes. Además, entre los numerosos cristianos, está el grupo que se autoproclamó el “grupo de Maspero”, para recordar a las víctimas de los tanques del ejército del pasado 9 de noviembre. Los jóvenes cristianos echan una mano como pueden, ayudan con los medicamentos, con la distribución de alimentos, bebidas y otras ayudas sanitarias.
Y los Hermanos Musulmanes, ¿cómo miran estas nuevas manifestaciones?
En un primer momento, se mantuvieron alejados de Tahrir, ahora comienzan a querer estar presentes, pero la plaza les rechaza. Este aspecto es muy positivo. Los jóvenes saben que a estos exponentes islamistas ante todo les interesa su provecho, más que cualquier otro aspecto.
A su juicio, con realismo, ¿los jóvenes todavía pueden obtener algo ocupando la plaza?
Obtuvieron la dimisión del gobierno, que el Consejo Supremo del ejército aceptó, y pienso que al final pondrán en marcha elecciones mucho más decisivas y rápidas por parte de quien tiene el poder. Un primer resultado ya se ha visto: la pasada noche el Consejo Supremo aprobó la prohibición para los seguidores de Mubarak de participar en las próximas elecciones, y esto es un paso importante para la Plaza. Era lo primero que había que hacer, pero quien gobierna procede lentamente y esto hace que la gente sea más agresiva y violenta.
La Iglesia copta ¿cómo se expresa acerca de estos nuevos movimientos de pueblo?
La Iglesia copta no ha hecho declaraciones oficiales sobre la situación actual, pero alienta a los jóvenes a ir a la Plaza a manifestarse, a estar allí.
¿Cuál es el modelo de Estado en el que os inspiráis, que querríais que se aplicara en Egipto?
Para nosotros, los cristianos, y para muchos musulmanes, el modelo de referencia es el modelo francés, o sea, una República presidencial, con un presidente y un primer ministro que tengan funciones y tareas distintas, sin interferencias. No queremos ni un régimen presidencial como en tiempos de Mubarak, ni un puro sistema parlamentario como en Italia, sino una combinación de los dos, con algunas adaptaciones a la realidad local.
¿Y entre los países de mayoría musulmana? ¿No existe una experiencia que, de alguna manera, pueda interesar tomar en consideración en Egipto?
En el mundo árabe no hay ningún modelo a seguir. Quizá el modelo turco no esté mal, pero todos los Estados árabes son dictaduras.
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